**Fue este el desfile de los olvidos, del castigo, de la fuerza femenina sobre los caballeros, de dos largas horas que transcurrieron bajo el sol y con manifestación incluida. El desfile del 20 de Noviembre por el 103 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana en día hábil y con las calles cerradas del primer cuadro de la ciudad, transcurrió sin mucho entusiasmo ni grandes aplausos como suele ocurrir.

Dos minutos antes de las once de la mañana habría de verse que no sería un desfile fácil cuando la narradora inicial hubo de ser cambiada ante su falta de precisión al hablar, ante el poco ánimo que ella misma mostraba ante lo que llamó el desanimo de los asistentes, a los que intentó sin éxito obligar a aplaudir; para luego tocar el turno al presentador oficial, el que le llamó a la ceremonia el 103 aniversario en sí y no la conmemoración, y el que habría de cometer el peor error de la jornada: cambiar el nombre al gobernador del estado al decirle “César Eduardo Jáquez” olvidando por completo el apellido Duarte, jefe del Poder que se supone lo contrató para dar arranque a la procesión.


Mientras, los funcionarios seguían llegando y como un castigo virtual para ellos no hubo mención, como del rector de la Universidad Autónoma de Chihuahua Enrique Séañez, aunque tampoco la hubo para el alcalde Javier Garfio; quizá por ello, el presentador no se escuchó más y en su lugar apareció al micrófono Fernando Acosta.

En tanto, en una área reducida fueron acomodados por igual adultos mayores y representantes de los medios de comunicación,  al no haberles destinado, como en años anteriores, un lugar específico, si fue un mero descuido o un castigo por las recientes notas de abucheos y hechos aislados, sólo el departamento de Relaciones Públicas lo supo, que no sabía de entrada dónde colocar a los reporteros que seguían llegando al lugar enseguida del templete, y que de plano tuvieron que salirse al camino del desfile.

Antes, una guardia civil y el arranque de una carrera también se desarrollaron casi a la par; para a la hora puntual ver pasar a los primeros contingentes: los de seguridad pública, a los que prácticamente se les desnudó en plena marcha, al señalar de qué estaban elaboradas sus armas y sus vehículos, cuántas balas soportaban y  casi casi a los cuántos golpes se rendían, datos tan inútiles para apantallar al auditorio como útiles para los grupos criminales.


El recorrido de las fuerzas armadas inició con la policía Estatal Única y Vialidad, cuyas acrobacias arrancarían los primeros aplausos al igual que la presentación del grupo Canino estatal; atrás vendría la Policía Federal y la Dirección de Seguridad Pública Municipal, y desde arriba de los techos algunos francotiradores resguardan la seguridad desde Palacio de Gobierno y el Edificio Héroes de la Reforma; y en tierra otros elementos lo hacían con el templete del gobernador, al no permitir que nadie se acercara ni a tomarle fotos.

Luego vendrían más de 40 contingentes escolares, de educación básica, media, media superior y superior, así como asociaciones civiles y dependencias de gobierno; la mayoría integrado únicamente por mujeres, ya que a decir de los estudiantes sólo a ellas se les invitó a participar.


Discriminación que no hubo entre representantes de diversas colonias que conforman el retén ciudadano y entre los que había incluso niños y adultos mayores, que con pancartas en mano se presentaron a un costado del Palacio de Gobierno para manifestarse contra el Vivebús y su “complicación para recargar y comprar las tarjetas”, para “poder tomarlo porque a veces pasan muy llenos” y para que “regresen nuestros camiones y rutas y paradas anteriores”, que sin embargo, rápidamente fueron alejados del acceso al desfile por elementos de la Policía Federal, que de inmediato se apostaron cerca de ellos.


Dos horas y 360 unidades motorizadas, 35 carros alegóricos, cuatro vehículos de rescate, ocho agrupaciones musicales, 34 tablas gimnásticas y 14 cuadros de danza, 30 bicicletas, 40 canes, 140 vehículos, 110 vehículos de gobierno y 88 caballos después, y con el paso de las barredoras como punto final, del desfile se continuó hacia el pase de revista de las fuerzas armadas, cuyos elementos fueron citados y dejados al sol de la Plaza Mayor desde las 8:30 horas, para ratificar su juramento pasada la una de la tarde.

Ahí, una vez más el gobernador sufrió en el templete, al ser prácticamente callado por la banda de guerra de la V Zona Militar, que tras el pase de revista entonó una pieza militar, interrumpiendo en dos ocasiones el discurso que apenas iniciaba el funcionario, quien luego habría de recordar sus tiempos de campaña gritando prácticamente su mensaje.


De la Plaza al Palacio sólo unos cuantos pasos se dieron para albergar al gobernador y sus invitados especiales, que permanecieron más allá de las seis de la tarde, como lo mostraron los vehículos blindados y de seguridad que a esa hora aún se encontraban apostados afuera del Palacio.

Transcurrió así este 20 de Noviembre, entre música electrónica y pequeños vestidos de country queriendo emular a los revolucionarios que hace 103 años se levantaron en armas, para protestar por infinidad de carencias e injusticias en el campo mexicano, que más de un siglo después y como lo dijo el delegado federal David Balderrama, aún siguen latentes.

 
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