Chilpancingo.- Los peritos argentinos responsables de analizar los restos encontrados en el basurero de Cocula confirmaron a los familiares del joven Alexander Mora Venancio la coincidencia con el ADN de su hijo.

Así lo confirmó el profesor José Félix Rosas, integrante de la Comisión del Magisterio y los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, quien reveló que fueron peritos argentinos quienes les informaron a ellos y a Ezequiel Mora, padre del estudiante.

“Nos dijeron que fue con un fragmento de hueso como se confirmó la coincidencia con el ADN. Ya le dieron la información al papá de Alexander, pero una comisión de estudiantes y maestros se trasladaron al Pericón, la comunidad de donde es la familia, para darles detalles”, señaló el profesor originario del municipio de Tecoanapa.

Cuestionado sobre el origen de esa información, detalló que “la información vino de Austria y de allá le confirmaron al papá”.

Finalmente, informó en entrevista que ellos iban a viajar a México en ocho autobuses para participar en la marcha de ayer en la tarde con la encomienda de dar a conocer la información.

Por su parte, la Procuraduría General de la República (PGR) aclaró que hasta el momento ninguna autoridad de esta institución se ha manifestado sobre la supuesta confirmación de que uno de los restos encontrados en Guerrero pertenecería a alguno de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa.

La dependencia federal aclaró que será hasta hoy cuando dará a conocer de manera oficial los resultados de los peritajes que se aplicaron los restos humanos hallados en Cocula.
Sin dar a conocer detalles, la dependencia convocó a una conferencia al mediodía de este domingo, la cual será encabezada por el procurador Jesús Murrillo Karam.

“SÓLO SE FUE A ESTUDIAR”

“Mi hijo no es un perro, mi hijo no es un delincuente, él es un hombre chambeador, un hombre de campo”, así se expresaba su padre, Ezequiel Mora, del joven estudiante.

La madrugada del 27 de septiembre, recuerda, se enteró por una llamada desde Ayotzinapa de lo que había ocurrido en Iguala. No se pudo comunicar con él durante todo el sábado y el domingo decidió viajar más de 160 kilómetros hasta Tixtla para investigar el paradero de su hijo.

“Me acuerdo que llegué a la Normal y les dije: vengo a ver a mi hijo Alexander que está desaparecido y ahí cuando me dieron la noticia quería gritar. Me sentí dolido, pero la verdad yo creo que está vivo”, decía aquel 1 de noviembre que ofreció una entrevista.
“Me voy a morir por mi hijo, porque si mi hijo fuera un delincuente yo no lloraría por él, pero solo se fue a estudiar”.

Alexander tenía 19 años cuando empezó a estudiar en la Universidad de Desarrollo Regional, que está a unos cuantos pasos de su casa. Al año siguiente lo aceptaron en la Normal Isidro Burgos. Su sueño era ser maestro rural.

Se visitó el pasado 1 de noviembre las casas de los padres de algunos normalistas desaparecidos en Iguala el 26 de septiembre. Ocho de ellos del municipio de Tecoanapa. Alexander pertenecía a la comunidad del Pericón.

Era huérfano de madre, su padre, Ezequiel Mora, advirtió aquel día: “Encuentran fosas, por eso nunca estamos contentos, yo sé que está vivo mi hijo y en el momento que me digan una pinche pendejada de esas no sé qué voy a hacer y qué vamos a hacer los padres de familia, no sé qué va a pasar”.

“Yo nunca pensé que esto iba a pasar. Mi hijo quería estudiar, quería salir adelante, terminar de maestro. Pinche gobierno maldito”, dijo su papá aquel 1 de noviembre, entre lágrimas de coraje e impotencia.

La mamá de Ezequiel se murió hace cinco años, su papá se hizo cargo de la manutención de sus hijos y de don Rafael, el abuelo de Alexander, y su hermano Hugo. La familia completa vive en dos casas de lámina y ladrillo al pie de la carretera que lleva hacia Tecoanapa.

“Mi hijo quería estudiar, lo estaba haciendo, yo lo apoyé para que se fuera a estudiar”, reveló en aquella entrevista el papá del joven Mora Venancio.

Afuera de una de las dos casas propiedad de la familia Mora, una de las primas de Alexander vende comida. Los hombres se dedican al campo, al igual que en su momento lo hizo Alexander mientras ayudaba a su comunidad a echar a andar la liga juvenil de futbol.

Hugo, hermano de Alexander, fue quien estuvo día a día durante dos meses pendiente de la información que hubiera en la normal rural. Viajaba a Tixtla y allá permanecía toda la semana, regresaba los sábados.

La familia vivió en la incertidumbre por más de dos meses. Durante ese tiempo vieron morir al abuelo de Alexander, quien no pudo ver de regreso a su nieto. Todos creen que murió de tristeza porque no estaba enfermo.

El 1 de noviembre pasado la familia no solo honró a sus muertos, también enterró a don Rafael.

Con la resaca del entierro de don Rafael, Ezequiel terminó la entrevista con una petición: “¡Difúndanlo a todo el mundo, no son delincuentes, son estudiantes!”.
Milenio
 
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