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Chihuahua.- Ocurrió de pronto un día de abril, cuando un policía al dar una conferencia en una universidad de Canadá les sugirió “no vestirse como putas” para no sufrir abusos. Ocurrió que sus comentarios provocaron las protestas más sentidas de no pocas mujeres, y hoy hay un movimiento mundial de protesta.

El domingo 12 de junio las calles de diversas ciudades en más de 15 países, se vistieron de color rosa, no para encasillar, sino para protestar por una misoginia que se pretende ahora, partir de la vestimenta.

En Chihuahua, en lugar de una marcha tuvo lugar un evento cultural, que con poesía, narrativa, música y pintura, y teniendo un escenario tradicionalmente masculino: la cantina La Antigua Paz, las mujeres gritaron también su inconformidad por ese estigma que se le signa a la mujer tan sólo por su condición de género.

Una cuantas cifras
El movimiento Por un Chihuahua sin temor reporta que en los últimos 12 meses, 26.8% de las mujeres han sufrido violencia de pareja en México, y el 39.8% de las mujeres reporta tener que “pedir permiso” a sus esposos para salir solas en la noche. 

Aunado a ello, recientemente se han dado a conocer casos como los policías de Tijuana que obligaron a una mujer a hacer striptease o la iniciativa de prohibir minifaldas en Navolato, Sinaloa, para “evitar embarazos“, misma acción que se ha repetido en, al menos, cinco estados.

En el Distrito Federal
Familias enteras salieron a las calles de la capital del país para unir sus demandas en una sola consigna “no es no”, y con carteles diversos daban cuenta de la historia mil veces repetida de la mujer, así podía leerse “soy una mujer no una vagina ambulante”, “en la calle, en la cama o donde quiera que esté no es no”, “mi vestido, mi escote, mi falda, mi oficio te valen” y el ya clásico “no significa no”.

Mujeres jóvenes y abuelas, hombres solidarios, niños y niñas, recorrieron las calles con sus pancartas y su petición de terminar con los estereotipos que en nada abonan a una sana convivencia y a un estado de pleno de derecho.

En Chihuahua
A invitación de los grupos Diálogo y Acción Ciudadana de Chihuahua, FATIMA, IBP y el Círculo de Estudios de Género, la marcha de las putas llegó a Chihuahua a través de la poesía y la pintura, por medio de la recuperación simbólica de los espacios que generalmente corresponden al hombre. La tradicional cantina Antigua Paz fue el escenario para el evento cultural con el que Chihuahua se sumó a este movimiento nacional.

Ahí, Linda Flores, Alejandra Esparza, Carmen Tarín y Mercedes Fernández, entre otras activistas, dieron lectura a sus poemas y cuentos, todos para presentar una vez más la historia mil veces contada, la de que la mujer es discriminada por el simple hecho de ser mujer.

Evento paralelo a La Marcha de las Putas que se realizó en la Ciudad de México, y en más de 15 países más, la reunión cultural que realizó este grupo de mujeres, fue una manera de sumarse a la necesidad de que los estereotipos deben eliminarse.

Hay un estereotipo cuando una persona lee la palabra “puta” y de inmediato se remite a una prostituta, señalaron,  y por eso mismo, denunciaron haber recibido maltratos por la simple invitación.

“Lo peor del caso es que hay discriminación no sólo por parte de los hombres, sino por las mismas mujeres que no tienen una consciencia verdadera de solidaridad, una compañera nos dijo que vendría al evento porque ‘las putas también son mujeres’, con eso nos dice que no ha entendido nada”, señaló Linda Flores.

Así, con un buen público entre hombres y mujeres, la Marcha de las putas, a la manera chihuahuense porque “en Chihuahua somos muy pocas las activistas y no queríamos salir a la calles las mismas 20 ‘chícharas’”, ofreció una amena velada de música y poesía, sólo para dejar en claro que cuando se dice No, es No.

En su voz
Linda Flores, activista de diversas causas, recuerda que todo comenzó en abril pasado cuando un policía se atrevió a decirles a las mujeres que deberían evitar vestirse como “putas” si no querían ser violentadas.

Esto despertó la indignación de miles de mujeres alrededor del mundo, que se unieron en un solo día para exigirle a la sociedad, al Estado, a los hombres no agredir a ninguna mujer por la forma en que ésta se vista.

“Lo que pretendemos con este evento es decir que no por la forma de vestir y no por lo que representemos tenemos que ser víctimas de abuso. Que es el argumento de las autoridades gubernamentales y eclesiásticas, de que las mujeres tienen la culpa del abuso que sufrieron por la manera de vestir o los actos que realizaban”, detalla.

Dice que prefirieron no realizar una marcha porque “es muy doloroso, salir a una marcha aquí es hablar de un dolor que más que transgredir ya nos duele salir, por eso retomamos la poesía en un espacio que históricamente era para hombres, pero además estamos tratando de concientizar desde la poesía, la música y la pintura”.

No hay nada más transgresor que ser feliz, dice convencida, y por ello “venimos aquí a evocar la felicidad de ser mujer a través de nuestra poesía”.

Para Alejandra Esparza este tipo de manifestaciones va en el sentido de “ir rompiendo esos paradigmas o patrones de conducta colectiva donde se piensa que las mujeres somos culpables de las agresiones sexuales que recibimos por la forma de vestir, de salir a pasear de vivir nuestra sexualidad”, explica.

Por eso se pensó en retomar el término puta como una forma de “decir que esta palabra no significa nada más mujeres que se dedican al trabajo sexual sino en nuestro contexto, en nuestra cultura machista es una forma de ofender y agredir a las mujeres por salirse de ciertos patrones establecidos que además fomentan una doble moral en el que se tiene que ser recta y cubrir ciertos estereotipos y si te sales de ahí eres una mujer del mal”.

Afirma que ya se han hecho reclamos de mujeres que han sufrido violación sexual, cuando “lo primero que la autoridad pregunta es “pues dónde andaría y cómo andaría vestida”, y entonces es un reclamo fuerte porque estamos siendo doblemente violentadas, socialmente y estructuralmente desde el papel que toman las autoridades.

Es un llamado a las mujeres pues, para “crear consciencia y retomar la palabra puta y decir “yo no soy puta y puedo traer falda o escote”, “puedo estar en una esquina y ejercer mi sexualidad como yo lo considere”. Tirar los estereotipos que debemos cumplir tanto para ser consideradas “buenas” como “putas””.

Por su parte, Carmen Tarín de Fátima, dice que este es un primer paso apenas para visibilizar y enterar a la sociedad de este movimiento, porque “es la primera vez que se hace y no llegamos con esto a la calle sino primero aquí, en un espacio y a través del arte y esperamos que ya luego en próximos años la gente sepa bien lo que significa y lo posicionemos, así como el motivo, avanzaremos y daremos un segundo paso”.

Lo importante, considera, es “dejar muy claro el concepto real de puta, porque ya nos hace falta a nuestra sociedad abrirnos al conocimiento de que lo esto es en otros países, y en el mundo”.

Por eso, dice, “intentamos tirar la idea que el hombre tiene de que por ver aquel escote o aquella falda tan corta, piensa que ya tiene el permiso social de ultrajar a una mujer”.

La activista de "Movimiento igualitario" Mercedes Fernández considera que “no necesariamente todas las mujeres que por diversas circunstancias circulan en la calle a altas horas de la noche, son efectivamente trabajadoras sexuales. Y son hostigadas por las autoridades, por los diversos entes nocturnos que se encuentran ahí”.

Cree que algo que se tendría que valorar es “con qué autoridad moral se clasifican a las mujeres que están en la zona del centro, y hablo de las indígenas, de las comerciantes y también de quienes sí son trabajadoras sexuales, pero de inmediato se les cuelga la etiqueta de que todas son putas”.

Lo que a las chihuahuenses les llamó la atención del movimiento mundial es que “se hace la convocatoria desde un movimiento ciudadano que no corresponde a ningún grupo u organización especial, y eso nos da la libertad de poder apoyarlo y participar con todo lo que tenemos nosotros porque es en bien de todas las mujeres”.

Así, todas coinciden en que en Chihuahua importa más el agresor que la víctima y siempre que desaparece una mujer es “empezar a ver con lupa si era madre soltera, si tenía pareja o no, si trabajaba en un bar o no, eso nos da un panorama de cómo se visualiza a las mujeres”.

Por esta razón, consideran que hace falta una política pública para que cambie el trato que se le da a los casos de mujeres desaparecidas. Ya que actualmente si una mujer desaparece hay un lapso de 72 horas para iniciar una investigación y que en otros países sí son consideradas cruciales para lograr recuperar a la persona con vida.

En estas primeras horas, agregan, lo primero que se dice es que se fue con el novio; y por ello, diversos grupos internacionales de derechos humanos han señalado que el Estado tiene gran parte de culpa porque no sabe cómo manejar la desaparición de una persona.

Las primeras 72 horas luego de la desaparición de una persona son fundamentales para obtener información sobre la suerte o el paradero de la persona sujeta a desaparición forzada y evitar su asesinato.

Sin embargo, siendo las desapariciones de mujeres particularmente frecuentes en Chihuahua, estas desapariciones que precedieron en muchos casos a asesinatos de niñas y mujeres, se habían reportado a las autoridades; sin embargo, las autoridades no adoptaron medidas efectivas para localizar a las mujeres desaparecidas.

Otra cosa que también lamentaron las participantes en esta manera de sumarse  a la Marcha de las putas es que a veces la discriminación viene por parte de las mismas mujeres, “la forma en cómo se relacionan, la competencia y la desacreditación de unas mujeres hacia otras, algunas pueden tachar de putas a otras sin serlo, tal como lo hacen los hombres”.

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