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¿Se imagina todo lo que usted podría adquirir, lograr, realizar, si ganara 130 mil pesos mensuales? No es tan difícil: consiga una buena plaza en gobierno, invierta en la bolsa, péguele al gordo de la lotería o más fácil aún: hágase diputado.

Ni siquiera necesita haber estudiado nada, eso no importa, su hoja de vida lo mismo puede decir Maestría en Harvard que educación básica, no se preocupe; desde una curul la educación es irrelevante.

Eso sí, tal vez necesitará tomar un curso de oratoria, aunque tampoco es indispensable, con que sea medio entrón y tenga un poco de verbo, no importa si de vez en cuando la riega o si repite frases como loro, eso le dará puntos en los medios de comunicación, aunque no es garantía que sean puntos buenos. 

No obstante, tendrá asegurado ya que en lugar de llamarle por su nombre le recuerden por apelativos como “el lamentable”, “el estaremos pendientes” o “el te reitero”, no hay límite, puede escoger la frase vacía de su elección.

Requerirá también un asesor o varios, aunque no se inquiete, le proveerán alguno o algunos, en cuanto ocupe su curul y desde ahí sienta que todo lo puede y que sabe de todo, aunque haya cosas de las que no tenga la menor idea, pero usted nunca diga que no, ni se alarme porque su asesor realizará casi todo el trabajo por usted, aunque por eso mismo no se salvará que de vez en cuando le haga quedar mal desde una iniciativa mal redactada. Ni modo, son los gajes del oficio.

Tampoco será necesario que se quiebre la cabeza eligiendo al partido que mejor le convenga, hoy día todos suenan igual, repiten las mismas frases y levantan la mano al mismo son. Si elige al PRI por popular… los otros serán lo mismo, son comparsa del PRI: el PANAL, el Verde, el PT… el PAN… es casi lo mismo; una oposición férrea tampoco resulta obligatoria. 

Una vez armado con su mejor sonrisa o la mirada más esquiva para hacerse el interesante, su traje de color serio, sentado en su curul y decidido a levantar la mano cuando le pregunten que si conoce los contenidos, que si está por la afirmativa, que si acepta en lo general y en lo particular; usted diga que sí, para que salga en la foto, muy sonriente, decidiendo el destino de sus electores.

Y tampoco tiene por qué inquietarse de que ese destino que ha decidido levantando la mano en el momento adecuado, era lo que mejor convenía a quienes lo llevaron hasta la curul, ellos jamás dirán nada, ni le harán cumplir su protesta ni le demandarán nada, tal vez ni siquiera recuerden sus promesas de campaña, si es que usted hizo campaña, recuerde que siempre tendrá dos vías para llegar, no se preocupe por nada.

No tiene qué ocuparse tampoco de volver a limitarse en sus gustos o antojos, porque todo parecerá llegar solo. No volverá a sufrir carencias porque ahora tendrá lo que tal vez nunca soñó en la vida y quizá tampoco merezca, pero nadie lo sabrá.

Y cuando le pregunten cuánto percibe de sueldo, usted siempre podrá compartir un link del Folleto anexo al Periódico Oficial, que dirá que, con una diferencia de 106 mil 298 pesos, usted obtiene nada más 23 mil 702 pesos mensuales, sin compensación ni celular, ni coche, ni chofer, ni demás “ayudas”, y así, nadie podrá decir que usted, como se dice de casi todos los diputados del mundo, gana mucho por trabajar poco.

Como tampoco podrán decirle que usted no se preocupa ni se ocupa por sus representados, cuando presente iniciativas insulsas que a nadie interesan o que jamás se aprueban, o propuestas replicadas de otras legislaturas; o aunque no regrese a su distrito más que a iniciar una nueva campaña para otro cargo, o ni tenga oficina de enlace aunque exclusivamente para ello se le otorguen cada mes cerca de 20 mil pesos.

Al momento en que los medios finalmente le cuestionen porque usted de plano no sabe qué iniciativas están en su comisión, o algún fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que afecte al estado, o simplemente de un acontecimiento relevante en su ciudad, ni siquiera se inmute, usted siempre podrá fingir que habla por teléfono de un asunto muy importante, no importa si se encuentra en el elevador o en algún otro lugar que no cuente con señal telefónica.

Si no le ha quedado más remedio que encarar a la prensa, puede recitar lo que su comisión tiene a cargo, lo que ha realizado, las consideraciones del asunto sobre el que se le interroga, y, muy importante, decir que “revisaremos”, “vamos a analizar”, “tomaremos medidas” o, más socorrido, “buscaremos los mecanismos”; cuando tenga que volver a hablar de ello, invariablemente podrá echar mano del “continuamos con los trabajos”.

Si a pesar de todo su esfuerzo, usted no logra pasar del primer año de funciones, porque para entonces la revocación del mandato ya alcanzó a los legisladores, es porque de plano su pretensión ya estaba destinada al fracaso desde un principio; para ser diputado no siempre hace falta tener ni mucha necesidad ni buena voluntad, ni echarle ganas o estar en el partido que se cree el correcto, a veces sólo es preciso tener buenas relaciones y una cara muy dura.

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