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Chihuahua.- Por seis años participó como uno más. La reunión 44 le significó su primera vez como Presidente de la República en la Conferencia Nacional de Gobernadores, en la que a diferencia de su antecesor no recibió más que respaldo y felicitaciones. Enrique Peña Nieto llegó a Chihuahua para encontrarse con un estado “con mucha seguridad”, como lo señaló horas antes.

Las rutas de transporte desviadas, sitiado todo el Centro Histórico, la exhaustiva revisión para quienes intentaron llegar a su centro laboral o de estudios ubicado en el perímetro cerrado, no fueron precisamente señales de ello; si Chihuahua fuera seguro habría bastado un simple filtro para entrar a Palacio de Gobierno, donde se realizó la reunión; aunque los cientos de elementos policíacos no evitaron que un grupo de ex braceros saltara el cerco para manifestarse a pocos pasos de la entrada.

Sin embargo, desde días antes el Centro Histórico se fue cercando, con vallas metálicas y decenas de elementos policiacos federales, estatales y municipales, además de elementos de Vialidad, del Ejército Mexicano y del Estado Mayor Presidencial; lo mismo que el Hotel Soberano donde pernoctaron los gobernadores visitantes, la Casa de Gobierno donde se concertaron las primeras acciones y desde luego, el Aeropuerto Internacional Roberto Fierro.


La molestia en los ciudadanos “de a pie” no se hizo esperar, cuando comenzaron las críticas ante lo que se consideró como un exceso del Gobierno del Estado, “qué bonita mi ciudad, llena de policías” se escuchó decir todavía esta mañana a algún peatón que pasó cerca del acceso final hacia Palacio, hasta donde también lograron llegar un grupo de manifestantes, de los que sin embargo, Peña Nieto ni se enteró.

La oposición también manifestaría su crítica a la Conago, en voz del dirigente estatal del Partido Acción Nacional Mario Vázquez, para quien la conferencia “ya no tiene razón de ser, el cabildeo entre priistas es ocioso”, todos los gobernadores bailan al son que les toca Peña Nieto, resumiría palabras más, palabras menos.

Adentro, sentados entre el auditorio, lo mismo representantes de la Iniciativa privada, diputados locales y federales de distintos partidos, que senadores, regidores, funcionarios y hasta el arzobispo Constancio Miranda, “mi amigo” diría Peña Nieto; observaron ese intercambio de saludos, felicitaciones y encargos, en que el gobernador del estado de Chihuahua César Duarte se despedía de la presidencia de la Conago y el de Sinaloa Mario López era bienvenido.


Ahí el Presidente les auguró de manera general que un día habrán de llegar a la Presidencia y ser reconocidos como él lo fue hoy, o… al menos eso fue lo que intentó decir “agradezco por cierto este testimonio, reconocimiento, que es una tradición entregarla a quienes han sido miembros y que en algún momento dejarán de serlo, a consecuencia todos ustedes habrán de recibir en su momento este reconocimiento como miembros de esta conferencia”.

Lejos de ser un contrapeso, como lo señaló horas antes el dirigente panista  Mario Vázquez, para Peña Nieto la Conago fue “una gran oportunidad que en este encuentro haya oportunidad de diálogo entre el Gobierno de la República y los señores gobernadores”, dicho claro, con ese estilo que caracteriza al mandatario federal.

Por ello, luego de escuchar “los posicionamientos de los gobernadores que han participado, seguramente en representación de varios de sus pares, o en distintas composiciones compartidas por todos ustedes”, se comprometió a atender los grandes temas como de seguridad, concretar el mando único policial, el darle curso a “las grandes iniciativas de reformas estructurales que el país necesita en distintos aspectos y una fundamental, la que tiene que ver con el combate a la pobreza, con la instrumentación de códigos penales únicos, tanto sustantivos como adjetivos, que permitan realmente facilitar la aplicación de la justicia”.


Con la promesa de hacer un frente común porque “los retos que cada uno de ustedes tienen en sus estados, no difieren en mucho de los que tiene todo el país”, dio a conocer la asignación de varios secretarios y funcionarios, para entablar un diálogo directo con 12 regiones, dividiendo así de alguna manera, la unión que diez años antes concertaron los gobernadores contra el entonces gobierno federal panista. Lo que un gobierno unió, al parecer el otro habrá de dividir. 

Al final de la reunión, una comida en el Salón Rojo cerraría las actividades, antes de tomarse la foto oficial frente a las banderas de los estados colocadas en Casa Chihuahua, cuando aún el Centro Histórico se encontraba cerrado, las rutas de transporte en caos, la gente quejándose, la seguridad de Chihuahua toda centrada en Palacio de Gobierno.

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