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Chihuahua.- Entre largas filas y horas de  espera, quejas de los usuarios, manifestaciones con uso de la fuerza pública incluida, acarreados para apoyarlo, desabasto de tarjetas y el servicio gratis por más de una semana, el nuevo sistema de transporte ViveBús, llegó a su primeros 20 días de arranque formal con más descalificaciones que aceptación. La experiencia de estos días alude a una falta de planeación y un proyecto ejecutivo que no tomó en cuenta ni las necesidades ni el número real de usuarios.

Desde el mismo lunes de su arranque oficial, el 25 de agosto, las quejas comenzaron a escucharse cuando decenas de personas esperaron hasta más de una hora para abordar una unidad, tanto en las terminales Norte y Sur, como en las estaciones y aún más, en las rutas alimentadoras que llevarían pasaje de las colonias hasta las flamantes unidades; sin embargo, con sólo 84 unidades del nuevo sistema y apenas 70 de los camiones que antes circulaban, se pretendió cubrir el servicio que daban anteriormente casi 500 rutas por toda la ciudad.

Para la entrada del sistema se modificaron rutas y el sentido de algunas vialidades, además de prohibirse totalmente la vuelta a la izquierda, que no obstante fue el motivo para el primer incidente vial del Vivebús, justo en su primer día, al formar parte de un choque cuando una conductora quiso ganarle el paso al Vivebús buscando dar vuelta a la izquierda hacia la avenida Aldama.

Antes, un buen número de usuarios inconformes detuvieron varias unidades a la altura del Palacio de Gobierno, como una manera de protestar por las molestias ocasionadas, al perder días de trabajo, horas de escuela y en general, tiempo y dinero al tener que abordar más de una vez. Entre gritos, empujones y la presencia de reconocidos políticos de oposición, el grupo Antimotines disparó balas de goma, dejando varios heridos y otros tantos detenidos como saldo.

El primer día del sistema cerró con un hombre con lesiones leves al caer de una de las estaciones, y el segundo inició con otro choque en las mismas calles que el día anterior y por el mismo motivo: la prohibición de la vuelta a la izquierda, que a la postre sería cancelada para evitar más accidentes.

Ese mismo martes por la tarde, una singular manifestación llamó la mirada hacia la Plaza Hidalgo, ubicada frente al Palacio de Gobierno, donde un grupo de personas se manifestó a favor del ViveBús, ahora "pacíficamente" y sin obstruir el tráfico ni ser reprimidas, con pancartas plastificadas y bien hechas, con leyendas de agradecimiento y apoyo, aunque a final de cuentas no sabían a ciencia cierta a qué iban y terminaron pidiendo los viejos camiones cuando la prensa los entrevistó. Mientras diputados priistas mandaban comunicados y compartían sus fotos haciendo uso del transporte en horas no pico, y en estaciones en las que generalmente no hay tantos usuarios.

Para el sábado, cuando otra persona resultó lesionada al pasar la unidad del Vivebús muy cerca de la banqueta, las quejas en las redes sociales se contaban por decenas, ya por unidades insuficientes, cancelación o cambio de rutas, tardanza para llegar al destino, ya por lo ilógico que le resulta a gran parte de la gente que usa el transporte, tener que caminar hasta 15 cuadras para tomar o las rutas alimentadoras o el ViveBús.

En diversos perfiles y en la página "Chihuahua te odia, ViveBús", los ciudadanos de pie, y ahora casi literal, y no los que se suben a horas no pico y sólo para la foto, han englobado sus quejas en una demanda casi general: de que se considere regresar las rutas que circulaban antes y que éstas pudieran llegar a las estaciones del ViveBús, para quienes así lo necesiten, o bien, dejar ambos sistemas y que cada quien use el que de verdad le convenga.

Hay usuarios que consideran que el ViveBús, que tuvo una inversión final de mil 200 millones de pesos, debe ser un medio de transporte opcional y no obligatorio, que debiera haber más opciones y que desde luego no debieron quitarse las rutas tan abruptamente cuando las unidades del nuevo sistema no son suficientes para dar abasto a toda la ciudad, ya que "antes había casi 500 camiones para todos y ahora todos vamos apretados en una sola ruta troncal y de ahí a hacer milagros para tomar una alimentadora", como señala una usuaria.

De las rutas alimentadoras las quejas se concentran en que son muy pocas, pasan ya muy lejos, o siempre van llenas, por lo que los usuarios deben esperar hasta una hora para poder tomar una.

Dicen también sobre el incremento al gasto que representa el nuevo sistema, ya que quienes generalmente tomaban un solo camión que los llevaba de su casa al Campus, ahora deben tomar dos y hasta tres, y entonces, dicen “si deben hacerse más de dos trasbordos significa entonces que el sistema no es funcional, en todo caso deben incluir rutas alternas y no rutas alimentadoras porque es más lo que afectan que lo que benefician. Porque saturan unidades de pasajeros que viajan incómodos al ir parados, dejan gente sin abordar y el usuario paga más, tarda más y tiene que caminar más".

Otra queja que manifestaron los usuarios fue por la falta de tarjetas tanto en las terminales como en las máquinas expendedoras ubicadas en las estaciones, por lo que tras la manifestación violenta del lunes, el servicio se prestó gratis en todo el sistema y rutas alimentadoras por más de dos semanas.
Este lunes aún con el desabasto de las tarjetas, en todas las estaciones se vio al personal vendiendo los boletos que se imprimieron para suplirlas, resguardados en cajitas herméticas o de plano en bolsas de plástico. En las unidades se registró el pronóstico que la mayoría esperaba con gran expectativa, que al eliminarse la gratuidad del servicio, la demanda bajaría y ya no sería una odisea lograr subir a una unidad.

Así se cumplen los primeros 20 días de la entrada del nuevo sistema de transporte, que desquició prácticamente a toda la ciudad por la saturación de las unidades, por la tardanza para llegar al destino cuando una de las ventajas más repetidas era precisamente la rapidez; un sistema que originó incluso la presentación de un exhorto en el Congreso del Estado por parte del diputado panista Héctor Ortiz, para que se arreglen las fallas, que lograron que por primera vez el gobernador del estado César Duarte, ofreciera a los chihuahuenses una disculpa “de todo corazón”. Si del exhorto y las disculpas se pasará a la acción, sólo el tiempo lo dirá.

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