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No hay mal que dure cien años dicen, pero tampoco alguien que los aguante sin explotar. Y aunque apenas van tres años, la noche del 15 de septiembre un nuevo grito ensordeció a Chihuahua y dejó mudos a varios en las redes sociales, no por increíble sino por lo sorpresivo. Nadie esperaba que al pedir los clásicos “viva”, un gobernador fuera abucheado. Pero así fue.




En el mega balcón que hace un año mandó construir con un costo de dos millones de pesos, sobre el que pendía una bandera sin Escudo, que aludía más a Italia que a México; y una campana nueva elaborada especialmente para la ocasión y de la que no se ha dicho su costo, el gobernador del estado César Duarte, fue abucheado la noche del domingo, cuando replicó por tercera vez, el Grito de Independencia.

Esta vez las cifras de la propia Secretaría General del Gobierno les fallaron en contra, al decir que eran más de 130 mil personas reunidas en la Plaza Mayor y sus alrededores, para atestiguar una vez más un Grito de Dolores moderno y sin la pasión de antaño, 130 mil personas entonces que en un solo grito manifestaron su descontento por la administración que hasta ahora ha ejercido el Gobierno del Estado, avivado en los últimos días por las fallas del nuevo sistema de transporte Vivebús.

Si alguien ajeno a Chihuahua preguntara el motivo para el abucheo, quizá podría mencionarse la insensibilidad denunciada por asociaciones civiles con las personas que, sin éxito, recorrieron la carretera desde Ciudad Juárez hasta la capital del estado para entrevistarse con el gobernador, para pedir justicia por decenas de mujeres desaparecidas en el estado.

El negar rotundamente una y otra vez la difícil situación que se vive en regiones de la Sierra Tarahumara, donde no sólo los habitantes sino también grupos representativos de la sociedad como los médicos de Guadalupe y Calvo, por ejemplo, señalan el control que tienen los grupos criminales y el miedo con que se vive constantemente.

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