El avance del calentamiento global ofrece ya indicios suficientes de sus efectos futuros como para comenzar a calcular los daños económicos que causará a la humanidad. Por lo pronto, en un reciente estudio ya se han hecho estimaciones de cuánto subirá la factura anual que deberemos pagar por las inundaciones en importantes ciudades costeras del mundo.
El cambio climático, combinado con aumentos rápidos de la población en ciertas zonas, el crecimiento económico y un hundimiento de la superficie terrestre en algunas áreas costeras, podría dar como resultado que el riesgo global de inundaciones en grandes ciudades portuarias aumente de tal modo entre ahora y el año 2050 que para entonces sea nueve veces mayor que el actual.
Éstas y otras estimaciones hechas por el equipo de Stephane Hallegatte, del Banco Mundial, y Robert Nicholls, profesor de Ingeniería Costera en la Universidad de Southampton, Reino Unido, aparecen en un informe publicado en la revista académica Nature Climate Change, de los editores de la conocida revista Nature, y forman parte del trabajo en un proyecto mayor, llevado a cabo por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) para explorar, desde los ámbitos social y económico, los riesgos de inundación (esencialmente por tormentas) derivados del cambio climático y del desarrollo urbanístico en áreas sensibles.
El nuevo estudio se ha elaborado basándose en parte en trabajos anteriores de la OECD, que clasificó las ciudades portuarias del mundo según una escala basada en su vulnerabilidad presente y futura, considerando como medida de vulnerabilidad el número máximo de personas y del valor de los bienes que podrían ser afectados por una inundación.
Los autores han calculado las pérdidas presentes y futuras, o el costo global, de las inundaciones en 136 de las ciudades costeras más grandes del mundo, teniendo en cuenta las protecciones con que cuentan en su litoral. Las pérdidas promedio por este concepto en 2005 fueron estimadas en una cifra cercana a los 6.000 millones de dólares estadounidenses por año, y podrían aumentar hasta la abrumadora cifra de 52.000 millones para el año 2050.
La mayoría de las ciudades cuya puntuación en la citada escala las sitúa como las de mayor riesgo actual, teniendo en cuenta el promedio de sus pérdidas económicas anuales por culpa de las inundaciones, son de naciones industrializadas, y entre estas urbes figuran: Guangzhou (conocida también como Cantón), Miami, Nueva York, Nueva Orleans, Bombay, Nagoya, Tampa-St. Petersburg (en Florida, Estados Unidos), Boston, Shenzen, Osaka-Kobe, y Vancouver. Los países en más alto riesgo de inundaciones costeras en áreas urbanas incluyen a Estados Unidos y China. Debido a su elevada riqueza y bajo nivel de protección, tres ciudades estadounidenses (Miami, Nueva York y Nueva Orleans) representan el 31 por ciento del total de pérdidas económicas de las 136 ciudades. Agregando la ciudad china de Guangzhou, entre estas cuatro ciudades, que representan las cuatro más vulnerables en la lista, concentran el 43 por ciento de las pérdidas globales en el año 2005.
El coste total en dólares es un modo de valorar el riesgo. Otra forma de evaluarlo es como un porcentaje de la riqueza de una ciudad, midiéndose el porcentaje que representan las pérdidas anuales con respecto a la riqueza de la ciudad, un valor bastante representativo del grado de vulnerabilidad local. Usando este criterio, Guangzhou en China, Guayaquil en Ecuador, Ciudad Ho Chi Minh (antigua Saigón) en Vietnam, y Abiyán en Costa de Marfil, están entre las más vulnerables.
Para estimar el impacto del cambio climático futuro, en el estudio se asume que el nivel medio del mar, incluyendo las aportaciones al mismo hechas por el agua extra proveniente de la fusión parcial de las capas de hielo del planeta, subirá entre 0,2 y 0,4 metros para el año 2050. Por si fuera poco, cerca de la cuarta parte de estas 136 ciudades está en deltas, y por ende más expuesta a las crecidas de los ríos, así como a descensos del terreno en tierra firme o ascensos del lecho marino costero, por efecto de la subsidencia local, sobre todo en aquellos casos en que la sobreexplotación del manto freático (la extracción excesiva de aguas subterráneas) acelera los procesos naturales.
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