En México, como en varios países del mundo, la democracia está dejando de existir gradualmente para dar paso a un régimen de totalitarismo suave, producto, por supuesto, del neoliberalismo, afirma en entrevista el ensayista, historiador y cineasta Tariq Ali (Pakistán, 1943).

El también periodista se encuentra en el Distrito Federal, invitado por los organizadores de la 13 Feria Internacional del Libro (FIL) en el Zócalo para participar en varias tertulias públicas y compartir sus agudos análisis acerca de los movimientos sociales, los fundamentalismos y las nuevas formas de operación del imperialismo, entre otros temas.

La cita con el escritor es en un hotel en el Centro Histórico, en medio de calles vigiladas por granaderos y decenas de vehículos de la policía en los alrededores. Tariq Ali sale, observa a los uniformados, pide que se le haga una foto con ellos detrás y señala: No me sorprende lo que ocurre ahora en México; es el resultado lógico de las políticas neoliberales que hasta hace no mucho tenían ciertos controles, pero se han perdido todo tipo de restricciones y los neoliberales hoy operan libremente; lo malo es que esto se puede poner aún peor, es un proceso de degeneración.

El autor lamentó que en el país se estén aceptando como normales los viejos hábitos totalitarios que ya se conocían: En esta normalización, no importa qué partido gane, si es de derecha o de centro izquierda, pues se trata de un sistema en el que el partido totalitario tiene un control hegemónico y domina todo el sistema.

La vez anterior que Ali estuvo en México fue en 2007, cuando participó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Iniciaba el gobierno de Felipe Calderón. El escritor afirmó entonces que Estados Unidos había trabajado muy duro para que su candidato ganara. (La Jornada, 2 de diciembre de 2007)

En todo el mundo siempre existe un pensamiento: las cosas no se pueden poner peor, pero sí, se ponen peor. Cuando estuve aquí hace seis años, muchas personas esperábamos que ante una elección tan claramente manipulada los ciudadanos se enardecerían y habría protestas, pero eso no sucedió, el proceso continuó, explica.

Por tal motivo, puntualiza: “Para que un sistema cambie se requiere la participación activa de todos los agentes de la sociedad. En el momento en que un grupo o movimiento se rehúsa a participar, como hicieron los zapatistas que entonces dijeron ‘nosotros no nos ensuciamos las manos en asuntos como la política’, en ese momento se imposibilita el cambio. Es la misma posición que están tomando los indignados en España.

Esos argumentos, el decir que la política es sucia y abandonar todo, no nos sirve. Si no se actúa con las herramientas del sistema político se abandona cualquier posibilidad de cambio.

Tariq Ali, asesor del canal de televisión sudamericano Telesur, con sede en Caracas, y autor del libro Piratas del caribe. El eje de la esperanza, en el cual presenta una semblanza de Fidel Castro, Evo Morales y Hugo Chávez, afirma que el único país donde hay un auténtico avance y cambio de sistema es Venezuela. No llamo a lo que sucede ahí una auténtica revolución, pero sí existe un trabajo real en pro de los pobres; es la única región que se está moviendo hoy día en esa dirección. En México hubo esa posibilidad de cambio. Si el grupo que empujó a Calderón no hubiera manipulado las elecciones, este país estaría marchando en aquella dirección.

Ahora, lo que podría funcionar, añade, es la combinación de un líder carismático con un ideario claro que defienda con pasión, y un movimiento social que lo apuntale y se encargue de que ese programa sea una realidad. Pero los líderes no caen del cielo, son producto de situaciones muy concretas. México tiene una tradición rica en ese aspecto, ahí esta la Revolución campesina de 1910, empujando al país a cambiar, o el modelo de República de Lázaro Cárdenas, que empujaba a la nación en dirección de la gente más desprotegida. No hay un solo tipo de líder, lo importante es que empujen a la nación en la dirección correcta.

A propósito de las revelaciones que el ex agente Edward Snowden hizo al semanario alemán Der Spiegel, difundidas ayer domingo, respecto de que la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense (NSA, por sus siglas en inglés) espió el correo electrónico del ex presidente, Ali bromea: Hay que decirle a Snowden que lo que realmente nos interesa saber no es cuántos tequilas se echaba Calderón, sino cómo y qué intereses manipularon esas elecciones.

Tariq Ali ha sido activista político desde los años 60; estudió Ciencias Políticas y Filosofía en Oxford. En 1990 empezó a escribir ficción, entre sus novelas más conocidas están las agrupadas en la serie Quinteto islámico. Su obra The Shadows of the Pomergranate Tree, un estudio sobre la decadencia de la civilización musulmana, fue galardonada en 1994 en España como la mejor novela extranjera con el Premio Arzobispo Juan Clemente del Instituto Rosalía de Castro.

Insiste en que “vivimos en un mundo dominado por lo que llamo el ‘extremo centro’, una corriente que apoya las guerras, el combate, el abuso, el despojo y el comportamiento neoliberal que se ve en todo el mundo.

“En México, el enemigo es doble: no sólo la oligarquía local, sino el gran imperio estadunidense, pues es un país estratégicamente muy importante, por eso el vecino del norte siempre va a invertir y gastar lo que sea necesario para que la oligarquía aquí se mantenga donde está.

“La izquierda, cualquiera que ésta sea, tiene que entender que cuando ataca los intereses de la oligarquía local, ataca al imperio. Los actos simbólicos son muy importantes, pero por sí solos no logran mucho. Todo esto se ha visto en Europa.

“El único país donde los movimientos de izquierda tienden hacia algo distinto es en Grecia. La clase media está aterrada con la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), que ha fusionado en un partido único las facciones y organizaciones que hasta ahora la componían, con el propósito de reforzar sus posibilidades de convertirse en alternativa de gobierno.

“El líder de este partido, Alexis Tsipras, con quien hablé la semana pasada, es un tipo muy capaz e inteligente. Le preguntaron que a quién admiraba en el mundo y respondió Hugo Chávez; de inmediato todos los medios europeos se fueron sobre él. Pero no cambió su discurso.

“Se necesitan líderes como estos. Hugo Chávez fue una persona con mucha pasión, no tenía miedo a decir lo que pensaba. Combinado con un movimiento social fuerte empujó al cambio. Su ausencia es un golpe duro, se pierde mucho, pero tampoco debemos pensar que un movimiento depende de una sola persona, estaríamos condenados al fracaso.

“La gran debilidad del movimiento bolivariano en Venezuela es que dependía demasiado de Chávez, y eso se lo dije. Le molestaba, pero lo reconocía y me explicaba: ‘Ese es el problema que enfrentamos, pues toda la clase media es hostil a nuestro proyecto, si no lo entiendes es que no estás viendo el cuadro completo’.

“Era cierto, Chávez y su grupo estaban muy aislados de ese sector que tradicionalmente produce a los intelectuales y a los voceros de la sociedad. Un intelectual de izquierda de una universidad, amigo mío, al preguntarle por qué no apoyaba a Hugo Chávez me respondió: ‘Es que nosotros no apoyamos a un zambo, alguien que tiene sangre de esclavo’.

Nunca he visto un racismo tan marcado como el que hay en Venezuela. El odio que generaba Chávez en algunos sectores de la sociedad era terrible, en los medios de comunicación lo llegaron a llamar mono, debido a ese racismo tan profundo. Por eso tuvo que trabajar desde cero para integrar a la sociedad en su proyecto, ese fue su gran problema. Hoy, el otro es que Nicolás Maduro no sólo no es Chávez, sino que pretende un error, política y sicológicamente, grandísimo, tratando de serlo.

Tariq Ali acaba de terminar de escribir un guión de cine acerca del líder revolucionario ruso Vladimir Illich Lenin (1870-1924) que quizá lleve a la pantalla grande Oliver Stone para conmemorar el centenario de la revolución bolchevique de 1917. Un proyecto que le parece de suma importancia, pues “vivimos en un mundo en el que todos conspiran contra la memoria, pues la historia ofrece soluciones a los ciudadanos. Sin el enorme sacrificio del pueblo ruso y las victorias claves del ejército rojo la guerra no hubiera acabado como acabó. En muchos lugares no lo niegan, pero tampoco hablan de eso.

“Es una tendencia en todo el mundo hacer sentir que la historia es peligrosa, y la gente de izquierda, que de repente se convirtió en posmoderna y empezó a jugar con algunos conceptos, es parcialmente responsable de esto.

También estoy por terminar un libro cuyo objetivo es demostrar que el imperio estadunidense no ha terminado, ahí está y es fuerte. Que la izquierda diga lo contrario es muy peligroso, concluyó el autor, quien charlará esta tarde a las 17 horas en el Foro 1 con el público que asista a la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la ciudad de México.
La Jornada

 
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