Ciudad de México.- “Nunca te voy a olvidar”, “siempre te voy a recordar”, “vivirás eternamente en mi corazón” son las promesas que se repiten tras la muerte de un ser querido frente a su ataúd o tumba, sin embargo, se esfuman y pierden sentido después de siete años cuando llega el olvido. Si, el olvido tiene fecha de arribo.
El olvido, esa idea impensable en el momento de mayor dolor y en el instante en que jura amor y recuerdo eterno al difunto, se presenta con el paso de los años. Con el tiempo los sentimientos cambian.
En la Ciudad de México se estima que sólo tres de cada 10 dolientes regresa por los restos óseos (huesitos) de su familiar una vez concluida la temporalidad de la fosa que ocupa en el cementerio. Ya no existe la perpetuidad en las tumbas, se presta el espacio durante siete años y se tienen que exhumar los cuerpos.
Huesitos
Por ejemplo, en el Panteón San Isidro en Azcapotzalco, el tercero más grande en el Distrito Federal con 85 mil fosas de adultos y 48 mil de niños, se realizan alrededor de 60 exhumaciones por mes y sólo 20 deudos se presentan a recoger los huesos del finado.
Cuidaré de ti
Ante la saturación de los panteones capitalinos, el artículo 48 del Reglamento de Cementerios del Distrito Federal señala que la exhumación de los restos áridos de un niño o de una persona adulta se realizará a los siete años de la inhumación del cadáver. Ésta y otras disposiciones se establecen con el familiar cuando se le asigna una fosa para el difunto.
Exhumación en proceso
La exhumación es por ley. Por eso después uno se encuentra que la tumba del familiar ya no existe. Por distracción, problemas económicos, olvido y quizá por no revivir los momentos de tristeza, los dolientes ya no vuelven por los restos óseos de su familiar después de siete años, pero éstos no pueden tirarse a la basura.
Angelitos olvidados
¿Y a dónde van los huesos? Se tienen que conservar en la misma fosa pero sin ataúd. Los restos exhumados que no son reclamados por el custodio, son depositados en una bolsa de polietileno e introducidos al pie de la fosa (artículo 51), encima de la tierra de otro fallecido que ocupe ahora el espacio –a un metro del ras de tierra-, y se levanta un acta circunstanciada que se anexará al expediente. En ocasiones los restos pueden ser destinados previa opinión de la autoridad sanitaria a instituciones educativas.
Cuídame por favor
Los restos del difunto pueden recuperarse si los familiares del nuevo inquilino de la fosa autorizan escarbar y no se han realizado obras en la fosa como lápida o mausoleo, si no hay que esperar otros siete años para rescatarlos. Y si también se vuelven a olvidar, tampoco pueden tirarse a la basura: se colocan en otra bolsa de plástico negra y se ponen en la misma fosa, sólo que debajo del nuevo ataúd, después de una capa de tierra. Hay fosas hasta con 5 bolsas de restos óseos no reclamados.
Camposanto
Algunos dolientes que regresan por los restos de su familiar optan por la cremación para llevarse las cenizas a su domicilio y darle otro destino. Los que olvidaron el término de la temporalidad o que en algún momento de nostalgia después de siete años quieren visitar a su ser querido, encuentran otro difunto en la sepultura del suyo.
Pero éste no es el único olvido. Los familiares van una vez al año, tal vez dos, al panteón a ver la tumba de su familiar y no se hacen cargo de su limpieza ni mantenimiento. Por eso, algunos camposantos se encuentran sucios, porque es obligación de los dolientes mantenerla en buen estado por siete años.
Descanso eterno
En la Ciudad de México los titulares de los derechos de uso sobre fosas en los cementerios están obligados a su conservación y al cuidado de las obras de jardinería y arbolado (artículo 71). Todo es por ley, quizá se olvida porque en el momento de dolor no se pone atención en esos detalles legales.
Recuérdame siempre
Hierba crecida, construcciones en ruinas, flores secas y basura, se ven en los panteones, el cuidado de la tumba es responsabilidad de los familiares del difunto. Las autoridades delegacionales sólo tienen obligación del cuidado y manteniendo en las áreas comunes de los cementerios.
Revista Chilango