**Quienes se quedaron con las ganas de un buen fin, fueron los empleados de Gobierno del Estado, ya que para algunos no se adelantó parte de su aguinaldo, como se esperaba que este año sí participaría el Estado, pero como en otros años sólo fue un rumor. La verdad es que para que fuera un buen fin para el grueso de la población, no sólo habría que adelantar el aguinaldo, sino aplicar descuentos en aquello que de verdad requiere la gente, como en el pago de los impuestos, de los servicios públicos, de la despensa, hasta del transporte vaya, para que fuera de verdad dinero bien invertido y desde luego un muy buen fin.
**Y ya que hablamos del fin, donde se viene una corrida y no precisamente de toros sino de personal, es en diferentes áreas de gobierno. Los motivos son varios y los elegidos pocos más, pero muchos no tendrán buen fin de año ni menos mejor inicio del siguiente. Sólo falta poner el santo de cabeza dirían las abuelitas, justamente para no ver caer la propia.
**Las fiestas con Juanga, la réplica fallida del Mausoleo, las fallas del Vivebús, las declaraciones de Odorico Vázquez sobre la cualidad de “sagrado” del titular del Ejecutivo estatal, siguen cobrando su factura para el gobernador, quien de nueva cuenta vio y escuchó este martes, cómo un numeroso grupo de estudiantes le recibía nada cordial en un evento público. Lo curioso es que al menos ahora se trataba de los mejores promedios de nivel medio superior, a quienes poco les importó que hubiera un auto en rifa de por medio, para expresar con un gran abucheo su descontento contra la administración estatal.
**Otro descontento se espera esta mañana entre la población que debe acudir, en día antes festivo, a trabajar o a estudiar, dado que desde las siete de la mañana será cerrado el primer cuadro de la ciudad, con el consabido retraso al tener que caminar más cuadras para poder llegar, en el caso de quienes laboran en el Centro Histórico, o de que las unidades den más rodeo en el caso de los que viajan en camión. Esto por el desfile deportivo y militar del 20 de Noviembre, que al quitársele su característica de festivo por decreto, hace descansar a miles de personas en lunes, cuando ni las gallinas ponen dice el refrán, y trabajar o ir a la escuela en pleno festejo por el inicio de la Revolución Mexicana, es decir, cuando todo se paraliza en las calles que rodean el recorrido por el tradicional desfile.