Filipinas.- Son escenas de películas de catástrofes, con personas caminando sin rumbo estallados en llanto y suplicando por alimentos y remedios, mientras a su lado se ven cadáveres cada vez más hinchados. La policía custodia los negocios para que nadie los saquee, pero ninguna autoridad se lleva esos cuerpos que nadie reclama. El tifón Haiyan atravesó el domingo Filipinas por el medio para meterse en el continente y a su paso fracturó a este país asiático llenando de angustia y desolación su geografía.
" Por favor díganle a mi familia que estoy viva”, dijo Erika Mae Karakot, una sobreviviente de Tacloban, la ciudad de la isla de Leyte más castigada en estos días. La mujer formaba fila para recibir ayuda y no podía dejar de hablar. “Necesitamos agua y medicinas porque mucha de la gente está herida. Algunos sufren diarrea y deshidratación porque no hay alimentos ni agua”, imploraba a funcionarios de Naciones Unidas que allí habían levantado varias carpas de atención sanitaria.
Soldados filipinos distribuían alimentos y agua en las calles, mientras equipos de evaluación de agencias internacionales inspeccionaban la situación. Los militares estadounidenses enviaron alimentos, agua, generadores y un grupo de infantes de marina a la ciudad. Esa fue la primera ayuda exterior en llegar y la gente se les fue encima hasta que la pudieron controlar y repartir una botella y un paquete de comida a cada uno.
“ No creo que haya una sola estructura que no se haya destruido o dañado seriamente de algún modo: todos los edificios, todas las casas”, dijo el brigadier general Paul Kennedy, de la infantería de marina de Estados Unidos, después de sobrevolar la ciudad en helicóptero. Habló desde la pista del aeropuerto, donde dos aviones C-130 descargaban suministros. Contó que, desde el aire, Tacloban parecía un depósito de escombros en el que sólo unos pocos edificios de concreto permanecían en pie.
Los primeros vuelos trajeron médicos que establecieron en la terminal un centro de atención de emergencia. Miles de toneladas de ayuda van en camino pero la distribución es complicada porque las calles están bloqueadas por escombros de varios metros de altura. Los testigos relatan “ un hedor insoportable por los cadáveres en descomposición” y las autoridades locales están preparando fosas comunes para enterrarlos.
“No tenemos nada, no llega nada aquí”, dijo la sobreviviente Gilda Mainao desde Tacloban a la radio. “Por favor envíenos ayuda”, suplicó. En su breve relato explicó que los grupos de asistencia aún no pudieron acceder hasta su barrio.
Por otra parte, la policía anunció duras acciones contra quienes cometan delitos. “La gente dice que la situación obliga a las personas a acciones desesperadas”, señaló el portavoz policial Reuben Sindac en declaraciones a la televisión estatal. “Tenemos comprensión, pero no podemos aceptar la anarquía”, sostuvo tajante.
Hasta el momento la Agencia Nacional de Gestión de Desastres confirmó la muerte de 1.774 personas en el este de Filipinas. Más de 2.000 resultaron heridas y al menos 82 permanecen desaparecidas. Mientras, más de 9 millones fueron afectados por el tifón, y más de 600.000 personas fueron desplazadas de sus hogares.
A pesar de las estadísticas, todos son pesimistas y creen que el número de víctimas fatales en las próximas horas s erá mayor a los 10.000.
Para eso esperan que se reestablezca la comunicación con lugares alejados de las ciudades y que fueron arrasados por el tifón.
El presidente, Benigno Aquino, anunció ayer el “estado nacional de calamidad ” para acelerar los esfuerzos del gobierno y así llevar ayuda a los afectados. La declaración permitirá a las autoridades controlar los precios de los bienes y servicios básicos y liberar fondos de emergencia con rapidez.
“En los próximos días les aseguro que la ayuda llegará más rápido”, prometió en un discurso televisado. “Llamo a los ciudadanos a mantener la calma, a cooperar y ayudarse unos a otros. Es la única forma en que nos sobrepondremos a esta tragedia”. Aquino aseguró que destinará 25 millones de dólares a crear fondos de ayuda. Mientras tanto ya son 22 los países que enviaron asistencia.
AP, DPA y AFP