Ciudad de México.- Los minutos empezaron a transcurrir, mientras en los rostros de las personas que lo esperaban en el jardín de la Cineteca Nacional mostraban su desesperación: al interior de la sala algunos silbidos tímidos, pero nada que terminara por exasperar a la masa: una hora después de la cita todo quedó en el olvido cuando la figura de Mario Vargas Llosa hizo su entrada. Sólo aplausos y más aplausos para quien dedicó menos de 10 minutos a hablar de la película La fiesta del chivo, dirigida por Luis Llosa, basada en la obra homónima del narrador peruano, la cual aborda la historia de una de las dictaduras más sangrientas de la América Latina del siglo XX.

"El cine me gustó desde mis primeros años", aseguró el narrador, "mi mamá me contaba que en los primeros intentos teníamos que salir de la sala en cuanto se apagaban las luces, porque comenzaba a chillar. Pero después se convirtió en el entretenimiento mayor".

Mario Vargas Llosa reconoció que siempre había pensado en que no debía involucrarse en la transformación de alguno de sus libros en películas, si bien en su vida se dejó convencer por un productor para hacer una versión de Pantaleón y las visitadoras, "cuyo resultado fue catastrófico", confesó previo a la proyección de la película".

Con el filme arrancó el ciclo cinematográfico con el que la Cineteca Nacional le rinde homenaje en el marco de las celebraciones del Festival Viva Perú; el ciclo está integrado por cinco películas basadas en las obras de Vargas Llosa, entre las cuales se encuentran Los cachorros, Pantaleón y las visitadoras, además La ciudad y los perros.
Milenio
 
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