Wellington.- Imposible explicar cómo se llegó hasta acá; un viaje de más de 11 mil kilómetros para conseguir un boleto que debió firmarse en Santa Úrsula. Fue una pesadilla larga, pero finalmente se despertó y, con el tiempo encima, no queda más que pensar en el sorteo de la Copa del Mundo.
Miguel Herrera sabía para qué lo llamaban. Un estado de emergencia en el que tres cabezas habían rodado, pero Nueva Zelanda no es Panamá, mucho menos Honduras y Costa Rica; All Whites opuso menos resistencia que cualquiera de los equipos de las primeras rondas de la eliminatoria de la Concacaf.
Este cuerpo técnico no tiene la culpa de que estar en el Mundial no borre la sensación de una oportunidad no merecida, pero su objetivo lo cumplieron cabalmente.
Los All Whites llegaron al Estadio Westpac, con dimensiones de rugby con algo en la mente: sabían que tenían que escalar el monte Everest sin oxígeno, y ni la fe de los seguidores, que tapizaron de blanco su recinto, bastó para pasar de los primeros 10 metros.
Trece minutos le tomó al equipo de Herrera concretar la primera. Oribe Peralta, la pieza que faltó en el verano de terror en el tricolor, resolvió ante la salida del arquero. Tal vez muchos de este grupo no terminen jugando en Brasil 2014, pero el Cepillo no puede faltar en ninguna convocatoria, es implacable, sobre todo en los partidos que importan.
Las ganas ayudan, pero nunca ganaron un partido. Marco Rojas se quitó a dos o tres mexicanos, pero la línea de tres, comandada por Rafael Márquez, siempre estuvo bien ubicada; un par de sustos en la salidas de Moisés Muñoz no dieron para preocuparse ante un rival tan escaso de recursos.
Oribe logró el segundo y el tercero. Miguel Layún es otra vez esa fuerza incontenible para los de Oceanía, Carlos Gullit Peña, la locomotora que jala con todos los vagones. Un espectáculo que lejos de mostrar la realidad de la selección mexicana dejó claras las diferencias que esta confederación tiene con el resto.
Los kiwis se conforman con poco, festejaron un disparo desviado a Jiménez sin portero y un penal marcado a favor. Muñoz detuvo el disparo de Brockie y las esperanzas se murieron.
Muchos podrían haber acusado la actitud relajada con la que México enfrentó este compromiso, pero están los mismos once que estuvieron en el Azteca; el 'Piojo' no se guardó nada a pesar de que cualquiera pudo prever este resultado. Más que nunca, y sin imaginarlo, calificaron caminando.
Los errores propios pusieron a México fuera del Mundial, Estados Unidos les regaló la oportunidad del repechaje y la buena fortuna permitió que en este ciclo, el boleto no se disputara con Uruguay, como sucedió hace cuatro años.
El público, almenos, se llevó una sonrisa en casa con la reacción tardía; otro penal de Chris James y un golazo de Rory Fallon generaron 10 minutos de porras y cantos, que se apagaron con el cuarto de la noche, obra de Carlos Peña. Bien trabajado y merecido. Queda mucho que trabajar para hacer una justa en Brasil digna.
Milenio