Ciudad de México.- Como no sé si privaticen lo poco que queda por privatizar que debe ser la Cabeza de Juárez (la van a cambiar por la de Penchyna), el sistema Cutzamala (para fiestas), la Rotonda de los Hombres Ilustres (para su agencia de relaciones públicas Alejandra Sota, García Luna Productions, Tomás Yarrington y Moreira) y Bellas Artes (que dadas las condiciones de la patria se convertirá en gasolinera), tomaré unos días de vacaciones.

Sobre todo parto sin dolor con la tranquilidad de que en 2014, según nos han prometido Peña Nieto, Videgaray y Beltrones, será de vacas gordas lopezportillistas; se nos abrirán las puertas del futuro, y no nos hará justicia la Revolución —esa se quedó a consignación en la venta de garaje de Pemex— pero sí la consulta copular.

Es lo bueno de vivir en un país como el nuestro, que no hay dos en la vida, donde los políticos son tardados para prometer, pero para cumplir se suben al fast track.

Por supuesto, no puedo pasarme a retirar sin hacer mis necesarios propósitos de año nuevo:

1.- Bajar de peso para que cuando me correteen granaderos o anorcos o me quieran comer los perros de Iztapalapa, por lo menos les cueste trabajo alcanzarme.

2.- Guanajuatizado Mancera en la plenitud del pinchi poder (el caso Yakiri será su Paulette) y decidido a que el PRI recupere el DF, hay que buscar un líder de izquierda que releve al Peje, que está cruzazuleando gacho. Uno nuevo que tenga certificación ISO 9000, no como Los Chuchos; que tenga carisma, no como Martí Batres; que no tenga calenturas piojísticas como El Noroñas; que fundamentalmente no sea Bejarano ni la Padierna para que se dediquen a lo que siempre han querido ser, Carmela y Rafael. Un líder de izquierda que haya sido corrido en terracería, pero con aceite, que sí tenga sentido del humor —pero no como el subcomanche Marcos—, que sí se sepa “La internacional”, que no confunda la lucha de clases con las luchas en la Arena México, que sea un viejo lobo de Marx y no caiga en la provocación de intelectuales orgánicos, sino orgásmicos. Uno que desactive la máxima izquierdista del “Somos pocos, pero sectarios”. En todo caso, precarios.

3.- Hacer hasta lo imposible por desactivar la malsana idea de que la avalancha de retratitos del  góber chiapaneco Manuel Velasco, que adornan el DF, no es por autocomplacencia política, sino nada más para provocar a Anahí. Ojalá y lo logre con una ayuda del aumento al salario mínimo. Y si no, que la patria me lo demande.
Jairo Calixto Albarrán para Milenio
 
Top