**Y en medio de tanto frenesí político de que si suben los impuestos y los estímulos fiscales, que si los senadores ya vendieron el país, y un diputado se desviste en tribuna y otro no es capaz de decir los nombres de los municipios sin equivocarse, la tragedia humana pasa a segundo plano.
Ya no hay capacidad de asombro, hoy ya todo es parte de una misma escena que se repite día a día sin cesar. Que si Juanga, que si la exportación a Japón, que si las elecciones y los dedazos, todo queda como un mal chiste que seguramente nos volverán a contar riéndose en nuestra propia cara sin siquiera proferir un ay de dolor o apatía, porque todo parece viejo, a lo fantasmal de la sorpresa ya nos hemos acostumbrado.
Quizá por eso la tragedia de tres niños muertos en un incendio ni siquiera nos haya movido del asiento, peores cosas suceden a diario dirán por ahí. Lo terrible del asunto no es lo fortuito del accidente que, como tal, no podía haberse evitado, sino que al parecer fue así por la posible negligencia del padre, quien ahora convalece junto a un niño de seis años, sobreviviente del incendio registrado en la colonia Chihuahua 2000.
El reporte de la autoridad dice que el accidente ocurrió por una sobrecarga eléctrica al no contar con medidor de la CFE y sí con un "diablito" con el que prácticamente se roba la energía eléctrica sin ninguna protección. Los vecinos dicen que este fue el segundo incidente en la vivienda como resultado de la falta o de preparación o de oportunidades, y que además, el padre se encontraba en estado de ebriedad.
Hasta dónde debe llegar el mensaje de la naturaleza o de la casualidad, un mínimo de consciencia o el sentido de la responsabilidad, como para que un padre que ya ha tenido un conato de incendio haga un esfuerzo mayor para proteger a su familia. De qué tamaño debe ser la tragedia del otro o la propia para que a los demás les mueva la simpatía y la solidaridad. Chihuahua demostró ya con el accidente ocurrido en el Extremo Aeroshow que sabe ser también solidario, lo que le ha hecho falta es demostrar que puede ser también justo, y que tragedias como esta de Chihuahua 2000 y la del Parque el Rejón, por igual y sin distingo alguno, serán castigadas en la negligencia.