Por Sergio Sarmiento.- Ha sido un año muy difícil para la mayoría de los mexicanos. La economía ha crecido apenas un poco más de 1 por ciento, menos que el aumento de la población. Los ingresos se encuentran estancados. Las familias están teniendo que recortar gastos. Con el aumento de impuestos para 2014, las cosas serán todavía peores.

Pero los gobiernos no tienen de qué quejarse. Cada vez tienen más dinero y cada vez gastan más. Por eso los políticos muestran sonrisas tan amplias. Sus ingresos están aumentando con gran rapidez. Saben que el gasto público compra votos y lealtades políticas... y deja también migajas que al final pueden volver rico a un funcionario. Los políticos saben bien que entre más presupuesto manejan, más poderosos y ricos serán.

El gobierno del Distrito Federal tiene programado gastar este año a punto de terminar 144,143 millones de pesos (Presupuesto de Egresos 2013). Para el próximo 2014 la Asamblea Legislativa ha aprobado un gasto de 156,837 millones de pesos, cifra superior incluso a los 152,105 millones de pesos que solicitó el gobierno de Miguel Ángel Mancera. Con una economía desfalleciente, y una inflación de 3.6 por ciento, los políticos capitalinos están incrementando el gasto nominal del gobierno de la Ciudad en 8.8 por ciento.

No es sólo el gobierno capitalino el que está aumentando su gasto a un ritmo mucho más rápido que la inflación. El gobierno federal tiene aprobado para el 2014 el mayor presupuesto de la historia: 4 billones 467 mil millones de pesos. En este 2013 el gasto neto pagado debe cerrar en 3 billones 921 mil millones de pesos. Esto significa que para el año que viene el aumento nominal será de 13.9 por ciento.

Ojalá que los mexicanos comunes y corrientes pudieran aumentar su gasto nominal el año que viene en 13.9 por ciento como el gobierno federal o en 8.8 por ciento como el GDF. Pero ni empresas ni personas físicas tienen la capacidad de despojar de recursos a los demás para contar con más dinero para gastar. Fuera del gobierno, todos los demás están afectados por la desaceleración de la economía.

Si la prosperidad de una nación se midiera por el gasto del gobierno, como lo hacen algunos políticos, tendríamos motivos para festejar. Pero la verdad es que el gasto del gobierno resta más que sumar. Sólo añade a la riqueza de la clase política y a la burocracia.

Los impuestos con los que los gobiernos quieren obtener más recursos para financiar su creciente gasto atacan fundamentalmente a quienes trabajan en la economía formal. En el paquete de presupuesto para 2014, por ejemplo, la Asamblea Legislativa del Distrito Federal ha decidido aumentar el impuesto de nómina de 2.5 a 3 por ciento. Las empresas deberán pagar así un impuesto mayor por el pecado de crear y mantener empleos formales. Esto les dará a los políticos 1,500 millones de pesos adicionales para gastar.

De la misma manera, el gobierno federal ha reducido las deducciones que las empresas pueden hacer sobre las prestaciones que pagan a sus trabajadores. Un 47 por ciento de las prestaciones ya no será deducible de los impuestos corporativos. El resultado será elevar el costo de emplear trabajadores formales.

Tanto el gobierno federal como la Asamblea Legislativa parecen empeñados en fortalecer la economía informal. Quizá no se dan cuenta de que con esto están dañando la productividad y la prosperidad del país. O quizá sí lo saben pero no les importa. A los políticos, después de todo, les sigue yendo muy bien. Parece que les va mejor cuanto peor le vaya al país.

PARTIDOS

Tampoco los partidos políticos sufren problemas económicos a pesar de las dificultades que enfrenta el país. A pesar del recorte de 500 millones de pesos al IFE, los partidos mantienen íntegras sus prerrogativas por cuatro mil 044 millones de pesos. Ellos no tienen por qué recortar su gasto.
@sergiosarmient4
 
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