Ciudad de México.- El presidente mexicano Enrique Peña Nieto puede presumir una indiscutible victoria en su primer año de Gobierno: consiguió la aprobación de complejas reformas estructurales que habían estado pendientes durante más de una década.
Pero su logro podría convertirse en fracaso si no consigue ponerlas rápidamente en marcha, atraer la inversión para acelerar la economía y mejorar la situación de millones de mexicanos.

Después de haber asumido el poder bajo acusaciones de compra de votos y pese a que su Partido Revolucionario Institucional (PRI) no tiene mayoría en el Congreso, el mandatario cerró alianzas para lograr una reforma educativa, una del sistema financiero, otra fiscal, una que busca acabar con monopolios en telecomunicaciones y otra para abrir el sector energético a la inversión privada por primera vez en tres cuartos de siglo.

Ahora el último escollo para implementar las iniciativas es la letra chica. Y no es poco.

Varias de las reformas requieren de leyes secundarias que determinarán en la práctica las condiciones para atraer la inversión, elevar la competitividad y la calidad de vida de los mexicanos, algunas de las principales promesas de Peña Nieto.

"La mayoría de estas son reformas constitucionales, lo que es importante, pero el diablo está en los detalles", dijo Dwight Dyer, analista de Control Risks. "La mayoría de ellas (leyes secundarias) debe ser discutida en la primera mitad del 2014 y ahí es cuando veremos si las reformas tendrán dientes".

Aunque las discusiones prometen ser acaloradas, el partido gobernante y el conservador Partido Acción Nacional (PAN) podrían volver a hacer equipo para las leyes secundarias.

La reforma energética, la más importante y polémica de todas las iniciativas, desató alboroto en el Congreso. La izquierda acusó al PRI y al PAN de fraguar la entrega de la riqueza petrolera a empresas foráneas al aprobar entre ellos solos la mayor apertura al sector en décadas.

La iniciativa modificó tres artículos de la Constitución para abrir el sector a la inversión privada a través de diversos tipos de contratos y licencias.

La reforma financiera, que busca fomentar el crédito y bajar el costo de los préstamos, tampoco es superficial y requiere hacer cambios a 34 leyes.

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La aprobación de las reformas prometidas por Peña Nieto desató una ola de desbordado optimismo en los mercados financieros y entre los inversores que duró algunos meses.

"Puedes aprobar la ley que quieras, pero lo que no conocemos es cómo va a ser implementada", dijo Alex Pérez, abogado socio de Burleson LLP sobre la reforma energética, la mayor apertura desde que la industria petrolera fue nacionalizada en 1938.

"Hay muchísimo entusiasmo, pero creo que todos entienden que la implementación de la ley determinará qué tan factible será la inversión en el sector energético de México", subrayó.

¿Costo político?

Después de que el partido estuviera una docena de años en la sombra, Peña Nieto recuperó la presidencia para el PRI, una agrupación que llevó las riendas de México durante casi todo el siglo pasado.

Pero el nivel de aprobación del mandatario bajó en noviembre después del aval a la reforma fiscal. La iniciativa que busca elevar la escuálida recaudación crea nuevos impuestos, eleva otros y afecta sobre todo a la clase media.

En diciembre su popularidad volvió a caer mientras miles protestaron en las calles por la reforma y la debilidad de la economía justo al cumplirse un año de su Gobierno.

Hace un par de meses, el presidente dijo que todos los cambios enfrentan resistencia pero que él lo asumía.

"No hemos venido trabajando para estar bien ni en las encuestas, ni bien medidos en la popularidad", dijo en un acto.

Para algunos, las reacciones aún están por llegar. Probablemente de la izquierda mexicana saldrán a las calles para defender lo que creen es una reforma energética que amenaza la soberanía del país. Y muchos otros volverían a protestar por los nuevos impuestos cuando entren en vigencia.

"La reacción (en contra) puede venir de algunos sectores de clases medias y urbanas cuando se empiecen a aplicar los nuevos impuestos a partir del 1 de enero", dijo el analista político Javier Oliva.

Ese posible malestar entre muchos mexicanos se sumaría a la creciente inseguridad que vive el país, con la persistente violencia del narcotráfico, como factores que también pesan en las perspectivas de los inversores.

Peña Nieto pronosticó que la inversión extranjera directa llegaría a un récord de 35,000 millones de dólares este año, en gran parte debido a la compra en mayo del grupo cervecero local Grupo Modelo por parte de Anheuser-Busch.

"México abrió con las reformas de este año la competitividad, pero para que un país sea atractivo para el inversionista creo que faltan ciertas condiciones", dijo el analista político Fernando Dworak.

"Si no hay una seguridad México va a ser menos atractivo", añadió Dworak, quien afirmó que la tarea de Peña ahora será enfocarse en generar una sensación de que México es seguro.

La violencia relacionada con el tráfico de drogas fue una herencia de su antecesor Felipe Calderón, pero no ha parado. Desde que el ex mandatario inició su campaña contra los cárteles a inicios del 2007 los muertos suman 80,000, según cifras oficiales.

Y el secuestro seguirá siendo un problema sensible, de acuerdo el Mapa de riesgos de la firma Control Risks.

Aunque algunas grandes petroleras como Exxon Mobil y el gigante de las materias primas BHP Billiton ya han dado la bienvenida a la profunda reforma energética en México, el país además deberá competir por la inversión privada con proyectos en todo el mundo.

"El capital va a ir donde las condiciones sean favorables entonces tenemos que tener ese equilibrio entre condiciones favorables para la inversión pero por otra parte que incremente la renta petrolera que perciba la Nación", dijo el consejero profesional de la petrolera estatal Pemex, Héctor Moreira.
Reuters
 
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