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Pachuca.- Los Pueblos Mágicos se han convertido en un turismo controlado que poco beneficia a sus habitantes, ya que han sido monopolizados por los hoteleros, restauranteros y transportistas que no permiten a los pobladores salir adelante ofreciendo lo suyo, opinó Jesús Enciso, investigador del área académica de Antropología e Historia de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Estos sitios, deben tener políticas públicas enfocadas en el empleo, la cultura y la calidad de vida, propone, esto como una forma de abatir la pobreza de su población. La finalidad, propone, debe ser el desarrollo económico y social de su gente y no solamente el de algunos cuantos empresarios.

Desde su óptica, la globalización y el neoliberalismo han hecho que todo sea materia mercantil, ya que hasta las zonas más pobres ofrecen su historia, sus leyendas y tradición para poder recibir recursos públicos federales que les permitan sostenerse. El objetivo del pueblo mágico es, o debería ser atraer el turismo al interior del país y promover la producción del lugar, reconociendo la labor de sus habitantes, afirma.

Lo anterior ha originado que quienes gobiernan las ciudades dejen de planear el crecimiento urbano para ordenar el territorio, y han optado por regirse a través de políticas públicas y desarrollo inmobiliario, plantea; de forma que las ciudades crecen en función de los mercados tanto en el país como en la entidad.

El investigador propuso que para otorgar el título de Pueblo Mágico a un poblado, debe considerarse la tradición indígena, pues esta rige la cultura y tradición del estado "y hasta el momento ha quedado aplazada". Consideró que ciudades como Ixmiquilpan y Huejutla merecen el título pero han quedado fuera de este reconocimiento. Incluso en Pachuca "hay joyas que no se han rescatado y probablemente allí se encuentre la magia cultural".

Con el investigador coincide la etnóloga Lina Odena Güemes, quien sostiene que tanto Vicente Fox como Felipe Calderón implementaron una política impuesta por el capitalismo y el neoliberalismo para el arribo de una modernidad que pierde su la tradición.

Subrayó que el turismo es una utopía del neoliberalismo, pues se venden las tierras a grandes transnacionales. Ciertamente, dice, con el turismo se abren fuentes de trabajo, pero de recamarera y barman.

A finales del año pasado Omitlán dio a conocer su interés por formar parte del listado, mientras que a otros municipios del país les fue retirado el nombramiento de pueblo mágico debido al incumplimiento de los requisitos.

Alejados de las ruidosas y movilizadas ciudades mexicanas, los poblados de provincia ofrecen el paisaje y la tranquilidad que muchos citadinos buscan en fines de semana y días de asueto. De los más concurridos en el país son los que se han denominado mágicos.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo (Sectur), un Pueblo Mágico es aquel que tiene fuerte influencia del pasado indígena, gran legado del antiguo imperio colonial español, preservación de tradiciones seculares y ancestrales o sitios de importantes acontecimientos históricos en la vida del país.

Las bases de 2014 para que una localidad sea considerada pueblo México, es que la sociedad local en su conjunto o a través de una representación civil haya solicitado su incorporación al programa ante las autoridades estatales y federales.
Milenio

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