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Ciudad de México.- Especialistas señalan que el miedo a lo formal o darle más peso a aspectos de la vida como el laboral y el éxito personal, llevan a que las personas no quieran una relación estable.El día del amigo con derechos (19 de julio) nació hace más de cuatro años como parte de una estrategia publicitaria en Argentina.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México cuatro de cada 10 hombres son solteros, condición que se repite en tres de cada 10 mujeres.
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Julio y Socorro, por el sexo sin compromiso
Julio es un tipo bien parecido, pulcro y emprendedor. Viste de traje casi todos los días, zapatos bien boleados y corbata que combina hasta con los calcetines. Tiene vocación de galán y en su concepto de exitoso no están incluidas las palabras: pareja, novia o esposa... Mucho menos 'hijos'.

“Quiero echar a andar una empresa de seguros; quiero ir a Inglaterra a aprender inglés; y terminar la carrera en Ciencias Políticas. Antes de eso no podría casarme. Socorro también tiene otros planes, ella no quiere tener hijos y yo la apoyo”, dice este jóvenes 28 años.

Socorro es una chica sin aspiraciones claras, expresa Julio. No estudia, no trabaja, aún vive con su familia y "tampoco" quiere casarse. Ella es su amiga con derechos.

"Ella siempre fue una chica delgada, morena y de cabello largo. La conocí en la secundaria, nunca dejamos de estar en contacto y nos llamábamos frecuentemente", relata Julio.

-¿Cómo se le propone a alguien que sea tu amigo con derechos?
"En nuestro caso primero se dio que salíamos por un café, (alguna ocasión) platicamos que nos sentíamos solos, pero tampoco sentíamos la necesidad de una pareja. Ese día cuando la fui a dejar a su casa nos dimos un beso y ahí comenzó", recuerda este joven...

Y agrega... "Lo que siguió es que manejé unas cuadras lejos de su casa y empezamos a fajar en el coche... hasta que nos cacharon unos policías; nos sacaron 300 pesos y todavía nos ofrecieron cuidarnos para que 'termináramos'", se ríe.

Ese momento marcó el inicio de sus "encuentros amistosos".

-¿Pusieron reglas desde el inicio?
"Sólo dijimos que no queríamos una relación sería. Que queríamos aprovechar que ya nos teníamos confianza para llenar ese hueco afectivo y el deseo sexual. Hacerlo con alguien que te conoce llega a ser muy divertido", dice.

-¿Qué siguió?
"Siguió que nos llamábamos un viernes si, el siguiente no. Para no interrumpirnos en nuestras actividades y ser indiscretos nos mandamos un mensaje o un whats app con puntos suspensivos (...). Si el otro responde con los mismos puntos quiere decir que esta ocupado".

-¿Y si responde un con "Hola"?
"Quiere decir que estamos libres y nos podemos ver. Pero por lo regular vamos directo, respondemos con un '¿Hoy a las 6:00?'", dice Julio en tono divertido.

Irene Moreno, sexologa y terapeuta de pareja define a los amigos con derechos como una relación en la que hay un vínculo afectivo y sexual pero sin el compromiso de llegar a un compromiso más serio.

"Hay besos, abrazos y relaciones coitales, de cuates. A diferencia del noviazgo donde existe el conocimiento de los papas, de los hermanos, etcétera. Y además, no hay otras obligaciones como ir a reuniones familiares, al cine y a comer, por ejemplo", detalla la especialista.

Aunque hay infinidad de artículos y recomendaciones para iniciar este tipo de relación, la experta señala que lo más importante es dejar las cosas claras desde el inicio.

"Decir, desde un principio qué es lo que las dos partes quieren, hasta qué están dispuestos a llegar y tener comunicación ¿para qué? Para decir si en algún momento alguien se empieza a enamorar del otro", dice.

Cada caso es particular, sin embargo hay patrones que se repiten en cuanto a las reglas que los amigos con derechos siguen.
1. No enamorarse
2. La amistad siempre estará primero que nada
3. Definir si los demás amigos se enteran o se guarda como un secreto

Si bien las relaciones de amigos con derechos representan una opción para las personas que carecen de tiempo por cuestiones laborales o familiares, también son vistas como enemigas del núcleo social número uno: la familia.

"Esto nos habla de algo que está sucediendo entre los jóvenes que es la falta de compromiso, miedo al compromiso de parte de hombres y mujeres", subraya la especialista.

A diferencia de otras relaciones que ha tenido, Julio puede decirle a Socorro qué se le antoja en términos sexuales y ella corresponde con la misma confianza.

"No es como con la novia que quieres quedar bien y te inhibes de muchas cosas que deseas experimentar. Ella (Socorro) también me dice qué le gusta o qué no. Esas cosas no las hay en una relación formal".

-¿Así quieres pasar tu vida?
"Antes si quería casarme y tener hijos. Actualmente me encuentro muy a gusto porque expresó mis instintos paternales con los sobrinos y con Socorro puedo tener sexo o sólo platicar. Incluso podemos salir con otros amigos en común o con otras parejas".
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Amigos que forman familias
Alrededor de la tres de la mañana Úrsula fingía tener sueño para que las reuniones terminaran. Lo que seguía era ir a una habitación con dos de sus amigos que siempre se quedaban al final.

"Primero fue con X (pide omitir los nombres de ellos). Luego conocimos a Y y entonces nos quedábamos los tres juntos. En realidad sólo nos veíamos para eso, porque no éramos de ir al cine o hacer otra cosa que no fuera tener relaciones sexuales", recuerda la joven de tez blanca, caderas anchas y busto generoso.

-¿Esas relaciones era para satisfacer tus necesidades o sentías que les hacías un favor?
"Era más bien por el fetiche de hacerlo con dos personas igual de curiosas que yo. Ellos (X y Y) son bisexuales, de hecho eran pareja", se sincera.

Los encuentros siempre tuvieron un escenario fijo: el departamento de X, su habitación, su cama... Fue ahí mismo donde un día Ursula, hoy psicóloga de 34 años, escuchó la propuesta de formar una familia.

"En alguna ocasión habían comentado la idea de tener un bebé. Hasta que en esa ocasión me comentaron que quería que yo fuera la mamá. El acuerdo fue que al nacer, el hijo viviría con ellos", recuerda.

Úrsula y sus dos amigos –ellos profesores de una universidad que también pide omitir- tuvieron relaciones sexuales con la idea de que "la suerte" definiera al padre biológico del bebé.

En los nueve meses del embarazo hicieron trabajo de equipo: decidieron entre todos el hospital dónde nacería, el colegio al que iría cuando el bebe tuviera edad de ir a la escuela y hasta prepararon la habitación del nuevo miembro de la familia.

"Unos meses después nos dimos cuenta quién era el papá, aunque por lo acordado, al bebé le diríamos que los dos eran sus padres", detalla.

La familia de dos padres, una mamá y una hija duró unida cinco años. Luego comenzaron los problemas.

"Yo me enamoré más de uno de ellos y él no correspondía a ese sentimiento. Eso rompió la armonía y decidimos que lo mejor era separarnos, ellos tampoco continuaron con su relación", lamenta.

Úrsula acepta que falló en la regla número uno de los amigos con derechos, pues se enamoró de uno de sus amigos.

-¿Cómo le explicas a tu hija que tiene dos papás?
“Ella lo toma muy normal, creció con esto. De hecho en alguna ocasión vio en la televisión la historia de una familia convencional (mamá, papá e hijos), y dijo: ‘ahí falta un papá’”

-¿Volverías a tener un bebé con uno de tus amigos… nada más de cuates?
“Mmm… yo creo que sí. No me arrepiento de nada, ni de tener una familia que algunos piensan que es extraña. A mi hija la ven sus dos papás (uno entre semana y el otro los fines), así somos felices”, asegura Úrsula.
La Silla rota

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