Chihuahua.- Arribaron cerca del mediodía en camionetas con pintas en los vidrios, que luego replicaron en edificios públicos. El mensaje: justicia para Ismael y Manuelita, los dos activistas del Barzón asesinados hace dos años. La consecuencia: golpes dentro de Palacio y fuerzas armadas a su alrededor. Una jornada difícil para los barzonistas que iniciaron desde ayer una jornada para recordar a sus compañeros y exigir justicia a dos años del crimen.
La primera parada fue frente al Tec de Chihuahua donde colocaron una de las mantas de gran tamaño con el nombre de los dos fallecidos, el matrimonio que dejó tres hijos en la orfandad y una madre que a gritos exigió justicia de una vez por todas; y cuyo crimen sin resolver ha unido ahora también a los más jóvenes de la organización, unos al frente del contingente, otros de la mano de su madre aún, cargando cartulinas a sus tiernos años.
De ahí el camino fue hacia la Plaza Hidalgo a cuyo alrededor realizaron una marcha descalificando el gobierno que, dicen, no les da respuesta alguna a pesar de conocer a los autores del crimen, y de paso haciendo pintas en las puertas de la Fiscalía General con cera líquida y mayúsculas para acusar de una alianza con el crimen organizado, que luego replicaron también en algunas de las ventanas del Palacio de Gobierno, ante la mirada atónita de los paseantes y apenas la vigilancia habitual del Palacio.
Fue después que la hasta entonces relativamente tranquila manifestación se salió de control, justo cuando intentaban, escalera de por medio, colocar otra manta en el balcón principal de Palacio de Gobierno, por el que sale cada 15 de septiembre el gobernador a replicar el Grito de Independencia y cuya remodelación costó dos millones de pesos; cuando los guardias del Palacio salieron al balcón para detener a los jóvenes y meterlos a golpes, mientras en la calle los gritos no se dejaron esperar.
Como tampoco esperaron los barzonistas y los reporteros, que entraron al Palacio por las dos ventanas ubicadas abajo del balcón, para atestiguar entonces cómo el apoyo de los barzonistas con los jóvenes golpeados dejó a una señora que nada tenía que ver en el pleito lastimada; y a dos de los guardias con varios golpes a su vez, mientras personal de Gobierno intentaba defenderlos, porque el enojo de los barzonistas les hizo ir varios juntos contra uno solo, hasta que Martín Solís, el líder del Barzón, los convenció de salir de Palacio, que a esa hora tenía las puertas abiertas, luego de mantenerlas cerradas buena parte de la mañana.
Para entonces varias unidades de la Policía Estatal habían arribado y varios de sus integrantes flanquearon la entrada del Palacio para luego ser relevados por elementos antimotines, mientras con la adrenalina del enfrentamiento los barzonistas se apostaron junto a la Cruz de Clavos para dar un pronunciamiento tanto sobre los hechos recién sucedidos, como del asesinato de los activistas que para entonces ya era lo menos importante.
Contundente el discurso, no de un barzonista sino de una activista de la asociación Justicia para nuestras hijas, Irene Miramontes, quien megáfono en mano lanzó la pregunta para policías y la gente que estaba dentro de Palacio “qué es más grave, subir una escalera, poner una manta y hacer una pinta o una muerte que no se aclara, que queda impune. La pared se lava, una manta se retira, pero una herida no se recupera con nada. Si aún con esto son indiferentes, les pido que cierren los ojos y piensen que un hijo o una hija suya ha sido asesinada, tal vez así comprendan”.
Una vez concluidos los discursos y llamado a un receso para luego seguir con un programa cultural y una velada por la justicia, por ahí se vio pasar al fiscal de Ejecución de Penas y Medidas de seguridad Eduardo Guerrero, con lentes oscuros y andar orgulloso, dirigiendo al cuerpo de antimotines, preparado afuera del Supremo Tribunal de Justicia para arribar al Palacio con algunos perros del K9 de la mano, mientras el Halcón 1 sobrevolaba el área y unidades de la Policía Ministerial y de la Dirección de Seguridad Pública Municipal se integraban a la guardia de Palacio, y alertaban a la gente “no pase para allá señor, agarre al niño” creándoles la idea de que algo muy grave pasaba.
La Plaza Hidalgo sirvió entonces de cocina y comedor, lo mismo para barzonistas, simpatizantes y algún despistado que pasaba por ahí, que se acercaba curioso para preguntar qué pasó, por qué hay tantos policías, por qué están cerradas las calles, por qué han desviado el Vivebús desde bien lejos, quiénes son Ismael y Manuelita.
Rumbo a las seis de la tarde, los barzonistas iniciarían de nuevo las acciones, para colocar ahora la palabra justicia en la Plaza Mayor con veladoras y la esperanza de que un día llegue para sus compañeros, y mientras las pintas en la Fiscalía y en el Palacio habían sido ya borradas, los comunicados oficiales hablaban de una carpeta de investigación abierta por el delito de daños causados, y otras personas de cuatro reporteros lesionados y hasta hospitalizados; en tanto en las redes sociales las opiniones se dividen entre los que, sin estar en los hechos, criticaron a los barzonistas; los que recuerdan muy bien los sucesos ocurridos justo hace dos años cuando durante el sepelio de los activistas, los mismos del Barzón golpearon a algunos reporteros; y los que apoyan la idea de recordar a las autoridades la deuda de justicia, que en este caso, lleva dos años esperando.