**Entre los muchos comentarios, la mayoría de rechazo, que suscitó la agresión que sufrió este martes una reportera a manos de la tesorera de la Coordinadora de Transporte Colectivo, sobresale uno que da muestra de lo que la sociedad piensa de los medios de comunicación: "la prensa no es dios".
La agresión ocurrió cuando en medio de lo que se supone sería una junta entre los concesionarios del transporte público, acabaron en los golpes, situación que desde luego llamó la atención de la reportera para grabarla con su cámara, siendo entonces agredida por quien fue identificada como María Elsa Rivera o Rivero, porque en las notas del mismo portal se le menciona de las dos formas; quien intentó quitarle la cámara fotográfica para que no tomara imágenes de los concesionarios peleándose, con la petición de que no fuera "amarillista".
Al trascender la nota original en las redes sociales, representantes de los medios de comunicación condenaron la agresión, pero, como ha ocurrido en otros incidentes, seguramente de haber estado ahí hubieran aprovechado para sacar la nota en lugar de ayudar a la reportera, quien por cierto, en alguna de las notas sobre el hecho, fue calificada, sin distinguir si se refieren a su edad o a su corta experiencia en los medios de comunicación, como "joven reportera". Y es que entre los mismos reporteros hace falta la solidaridad, como lo dijo otro internauta al conocer la noticia.
Postura igual adquirió desde luego, el medio de comunicación al que pertenece la reportera, a pesar de que a decir de los mismos reporteros varios medios de comunicación de Chihuahua son señalados por no dar las condiciones mínimas para que los reporteros, sobre todo los noveles, realicen su trabajo, como seguridad social por ejemplo, violando así "derechos de los periodistas contenidos en la constitución, las leyes reglamentarias y sus homólogos normativos a nivel estatal".
Llama la atención el manejo que el mismo medio de información da al suceso, primero al cambiar el título y la redacción de la nota original "Agrede tesorera de la CTC a reportera" por "Asombra el video de las agresiones y la prepotencia de la Lady bús", utilizando uno de los peores aunque más socorridos ganchos en las notas periodísticas, y cayendo además en sus mismas contradicciones, al acusar llanamente a la señora de intento de robo de la cámara, cuando ése podría haber sido sólo un motivo circunstancial, y al utilizar adjetivos calificativos contra Rivero y dos mujeres más, que se replican también en los editoriales del mismo medio.
Entre ambos textos, el lector se entera de que la reportera, como era su derecho y quizá también su "obligación", levantó una denuncia de hechos ante la Fiscalía General del Estado, porque entre los empujones y ofensas, dice el portal "causó daños irreparables a su cámara fotográfica digital", que se dijo también en las redes sociales, tendrá que pagar la propia reportera "como si fuera nueva". ¿Dónde está entonces la congruencia de los dueños de medios de comunicación, que señalan con dedo flamígero cuando son "atacados" en sus bienes y a veces en sus trabajadores, pero son ellos los primeros en vulnerar sus derechos? ¿Dónde están ellos mismos cuando son los derechos de otros los que se violan y de los que nadie habla por no violar precisamente sus jugosos convenios?
Quizá por ello la sociedad siente esa lejanía con los representantes de los medios de comunicación, pero no con los que usan corbata y se sientan a platicar en los cafés o abren sus negocios en Plaza del Sol, como debería ser; sino los que van a la batalla diariamente, trabajando como reporteros simplemente o intentando hacer periodismo en el desierto. No obstante, si bien "la prensa no es dios", en medio del jaloneo, varios concesionarios se acercan para pedirle a la agresora que respete el trabajo de la reportera, "es la prensa, señora".