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Por Leo Zuckermann.- Los ciudadanos que vivimos en las entidades federativas donde habrá elecciones este cinco de junio estamos siendo bombardeados por miles de spots de radio y televisión. La gran mayoría de ellos son malos y repetitivos. En la Ciudad de México, los anuncios tienen que ver con la elección de 60 constitucionalistas que, junto con otros 40 designados directamente, dictaminarán, debatirán y votarán la ley fundamental de la capital. Lo increíble es la gran cantidad de cosas que están proponiendo los candidatos sin mencionar, claro, cómo las pagarán.

Uno de ellos, por ejemplo, promete que, de llegar a la Constituyente, nos daría el derecho de tener acceso gratuito a internet. Me encanta la idea. Es más, si ya estamos en eso, por qué no proponer que el gobierno regale a todos los capitalinos una computadora, tableta o teléfono inteligente para poder disfrutar del internet. ¿Por qué no?

Morena, el partido que seguramente contará con más constituyentes, está proponiendo el “derecho de los peatones a banquetas amplias y andadores”. Excelente idea. Habría que agregar que estén bonitas, con adoquines de primera y bien aplanadas. ¿Por qué no?

Ya me está gustando esto de proponer derechos que estén en la Constitución de la ciudad donde vivo. Últimamente, por desgracia, aquí hemos estado respirando mierda y media en el aire. Yo creo que esto se puede solucionar adicionando un artículo que diga que los capitalinos tendremos el derecho a respirar aire puro, sin partículas contaminantes, el mejor del planeta entero. ¿Por qué no?

Habría que agregar, entonces, el derecho a tener un transporte público limpio, seguro y de bajo costo. Es más: gratuito. Que nadie tenga que caminar más de dos cuadras para tomarlo y, desde luego, el derecho al mejor metro del mundo con trenes más rápidos que los japoneses. ¿Por qué no?

Agréguese el derecho de nuestros niños a estudiar en escuelas de nivel finlandés y de los enfermos a tratarse en hospitales públicos de la misma calidad que los privados de lujo. Si por alguna razón no hubiera lugar en ellos, que la CDMX pague su traslado en ambulancia privada a Houston. ¿Por qué no?

En cuanto a la seguridad, propongo el derecho a una ciudad libre de crimen: nada de asaltos, violaciones, secuestros, extorsiones y asesinatos. Y a los que violen este derecho, es decir a los delincuentes, que los castiguen en cárceles con los estándares de Noruega. ¿Por qué no?

Ojo, también queremos el derecho a un gobierno sin corrupción. Que todos los funcionarios públicos sean honestos y los empresarios se abstengan a darles mordidas. Que la policía sea ejemplo de urbanidad y cortesía. ¿Por qué no?

Que los vendedores ambulantes desaparezcan de la vía pública dándoles locales gratis en los mejores centros comerciales de la ciudad. Y no nos olvidemos, por favor, del derecho a tener muchos parques, con hartos árboles, juegos para los niños y donde los perros puedan pasear sin que los dueños tengan que recoger sus heces ya que personal del gobierno capitalino las limpiarían. ¿Por qué no?

Muy importante: los capitalinos deberíamos tener el derecho a no pagar impuestos. Eso, además de muy engorroso, nos molesta mucho a los ciudadanos. Mejor que todos los derechos antes mencionados se paguen por sí solos. Me cae que sí se puede. Sólo es cuestión de voluntad y, por supuesto, de ponerlo en la nueva Constitución.

Ya con todo eso podemos terminar nuestra nueva Carta Magna con un artículo que otorgue el derecho de todos los capitalinos a la felicidad. Total satisfacción espiritual y física. ¿Por qué no?

Ahí se los encargo, señores constituyentes.

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