Hidalgo del Parral, Chih.- El capricho del gobernador del estado de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez y el contubernio con el alcalde de Hidalgo del Parral, Miguel Jurado Contreras, fueron los ingredientes para que la finca histórica de la familia Botello fuera destruida el pasado 30 de abril del 2016, una fecha que los parralenses enamorados de su acervo histórico no olvidarán nunca.
El rugir de las maquinas que ingresaron al predio en pocos minutos redujeron a escombros la finca y con ella su historia, todo con el propósito de edificar una mega plaza en cuyo proyecto original se buscaba retirar al Benemérito de las Américas que ahí se encuentra como testigo mudo de la muerte del General Francisco Villa, ocurrida el 20 de julio de 1923.
Actualmente el monumento a Benito Juárez y la Plaza con el mismo nombre, se encuentran bajo resguardo del INAH, ante la amenaza de correr con la misma suerte que la casa de la familia Botello.
Ahí se encuentra, el Benemérito de las Américas, como testigo mudo de la historia de la Revolución Mexicana, cabe destacar que Benito Juárez en su estructura tiene una clara huella del paso de una bala que dio justo en el monumento y de acuerdo a historiadores, este balazo fue uno de los que iban dirigidos a la humanidad de General Francisco Villa, muerto entre las calles Gabino Barrera y Juárez.
No obstante, el capricho del jefe del ejecutivo estatal, raya en lo ridículo, aseveran los habitantes de Hidalgo del Parral, ya que, en esa misma zona, frente a la Plaza Juárez, Duarte Jáquez vivió su infancia y de acuerdo a los vecinos del sector, “Chano Duarte”, padre del gobernador se la vivía deseando retirar a Benito Juárez de su plaza y poner en ella al Centauro del Norte, mito o realidad, la verdad es que los hechos hablan más que los dichos o rumores populares.
Duarte Jáquez destinó para destruir la casa de la familia Botello o Arras como actualmente se le conocía, más de 10 millones de pesos, recurso obtenido del presupuesto de Gobierno del Estado, quedando pendiente la erogación de más recursos para la construcción de la Mega Plaza y para montar el monumento, sin embargo, el INAH a detenido los trabajos y la estatua del General Francisco Villa, que en nada se parece al Centauro del Norte, continua ahí como una mole de hierro, como símbolo del autoritarismo y la permisividad de que el “Poder es para Poder”.
Rafael García, comerciante de la localidad y apasionado historiador, detalló que el monumento erigido por la escultora Lourdes Trevizo, no cuenta para nada con las características del Centauro del Norte, ya que “él general era un revolucionario y hombre de campo, por lo que su atuendo era distinto, Villa era fachoso, no le gustaba andar línea y la imagen del monumento no se parece al general, es una copia de Duarte Jáquez, como una muestra de la actitud ególatra del priista”.
La estatua ecuestre del general Francisco Villa, fue donada en el 2014 por la Organización Editorial Mexicana (OEM) y de acuerdo a declaraciones del jefe del ejecutivo estatal, esta figura con más de 20 metros de altura es el más grande del mundo.
BAJO EL AMPARO DE MIGUEL JURADO CONTRERAS LA FINCA FUE DEMOLIDA
Óscar Chávez Luna, parralense que arriesgando su vida se colocó entre las maquinas que demolieron la finca, la cual fue destruida a pesar de la existencia de un amparo promovido por un grupo de masones quienes en coordinación con integrantes de la Nueva República impulsaron para protegerla el 31 de marzo del 2016, no obstante, el recurso jurídico, fue inútil, pues la orden ya estaba dada desde arriba.
En el amparo se establecía que esta propiedad que quedó reducida a escombros formaba parte del catálogo de casas históricas del INAH, lo cual no solamente corresponde un delito del orden federal el atentar contra el patrimonio de la nación, sino además el gobernador del estado César Horacio Duarte Jáquez y el alcalde de Parral, Miguel Jurado Contreras, se burlaron de una orden de un juez y podrían también ser acusados de desacato, quedando inhabilitados para ejercer un cargo público hasta por 20 años.
Chávez Luna detalló que aun recuerda como “entre el polvo y la tristeza, puedo recordar esa fatídica noche, en la cual, como bandidos, se cometió tremenda barbarie en contra del patrimonio histórico del pueblo de Parral”.
La demolición de la casa de la familia Botello, ocurrió el pasado 30 de abril del 2016 a las 8:15 de la noche amparados por las tinieblas de la noche, el gobernador del estado, César Horacio Duarte Jáquez ordenó derrumbar la casa ubicada en la Plaza Juárez Número 10, a pesar de que esta finca se encontraba protegida por el INAH.
Al llegar y percatarnos de que la enorme maquina se encontraba ya demoliendo la finca por la parte trasera, “me doy cuenta de la presencia de miembros de la masonería de nombre Oscar y Rodolfo, quienes de inmediato intercambiamos impresiones para saltarnos las vallas para entrar y detener la obra, pero somos expulsados de la zona”, recordó Chávez Luna con lágrimas en sus ojos.
De inmediato, Oscar y Fito comenzaron a realizar llamadas para buscar algún funcionario municipal que nos ayudara a parar la demolición, incluso se les llamó a los reporteros de El Sol de Parral, para que tomarán fe de lo ocurrido, pero sobre todo que documentaran que varios de los presentes incluyéndome se interpondrían entre las máquinas y la finca, arriesgando sus vidas por la casa de la familia Botello.
En esos momentos de angustia comenzaron a llegar más miembros de la masonería para defender el patrimonio de los chihuahuenses, ellos llegaron por el lado de la calle Purísima, “yo entré por la calle Rosales, luego también arriban más reporteros, no solo del Sol de Parral, sino muchos otros”, dijo Chávez Luna.
Posteriormente, ya entrada la noche cuando muchos de los masones se habían retirado del lugar, arribo un vehículo a toda velocidad y al detenerse cuál fue mi sorpresa, era Miguel Jurado Contreras, quien dijo “Ah eres tú el del problema, ven acá” y nos dirigimos hasta la mitad de la calle Rosales, donde nos comenzó a decir que la obra de demolición “no pararía y que él como alcalde de Parral custodiaría los trabajos de demolición por instrucciones del gobernador del estado, César Horacio Duarte Jáquez.
“Tú al meterte entre las maquinas, serás el único responsable de lo que te ocurra, si sigues con la idea de meterte entre los fierros de la máquina para evitar la demolición”, porque la orden era del gobernador, dijo.
Luego de este hecho, se dieron otras protestas más en las que intervino la Policía Federal, quienes venimos con instrucciones de detener la obra, no obstante, al ver a Miguel Jurado Contreras, rectificaron y aseguraron haber llegado a “mediar entre las partes en conflicto para que lleguen a un acuerdo pacífico sin violencia”, expresó González Luna.
A esto Miguel Jurado les dijo a los federales que él estaba custodiando la obra, porque el gobernador del estado, se lo pidió, aseguró una y otra vez Miguel Jurado Contreras.
“Nunca te he pedido nada, Miguel sólo dame tiempo para dar aviso al INAH, en eso escuche de nueva los golpes y la luz que guían al hábil operador de la demoledora máquina a su trágica encomienda… siento que mis oídos retumban ensordecedoramente, me estremezco… me voy incorporando lentamente…”, dijo Chávez Luna.
“Danos 14 horas”, suplicaron Oscar Chávez Luna y el grupo de Masones a Miguel Jurado, pero él se negó aseverando, “no puedo, mírame como una persona débil, derrotada, acabada y danos 12 horas, para que el INAH llegue, y de nueva cuenta el alcalde se negó”.
En ese momento el licenciado Terrazas quien representaba a los Masones intercedió diciendo que Jurado Contreras “tenía razón y se disculpó diciendo que no lo hacía por estar de parte de él, sino para no empeorar el asunto, se acercó a mí y me dice a forma de disculpa que sino no lo hacía así Miguel Jurado se violentaría y es muy malo, aseveró el abogado.
González Luna detalló que al momento en que dieron aviso al INAH para detener la obra, las horas transcurrieron lentamente, los llamados a los funcionarios se hicieron de manera desesperada y ellos no llegaban, “Fito les llamó como unas 20 veces”.
Los reporteros que guardaban la llegada de los funcionarios del INAH cambiaron de turno, y nadie llegaba a dar fe de la destrucción, no más nos decía “llamero llegan, ya casi, estamos haciendo papeles, ya están en Parral, pero aún no llegan”, esa era lo único que nos decían.
Durante la espera a los funcionarios del INAH, nos percatamos que David Dajlala Ricarte, se baja a tomar fotos de los escombros, en un principio no lo reconocí, pero alguien lo identificó plenamente, cuando nos ve, se sube al auto y se van de inmediato, “prácticamente esta acción corresponde a una forma de actuar de un gánster que después de su fechoría manda a sus compinches a cerciorarse de que el encargo se haya cumplido, vaya usted a saber”, dijo Chávez Luna.
Exactamente a las 4 de la tarde, 20 horas después llegó el delegado del INAH, Jorge Carrera quien, en compañía de dos abogados, dieron la orden de parar la operación de limpieza que ya se estaba gestionando con máquinas especiales y acarreo de camiones de volteo.
Los operadores de las pesadas maquinas al ver al delegado del INAH aseguraron “no somos culpables… sólo cumplimos ordenes, ya sé dijo Jorge Carrera, váyanse” y como un acto estudiado, salieron los dos camiones de volteo.
En ese preciso momento uno de los masones, conocido como el “Canelo” cuestionó la tardanza del delegado del INAH, lo regañó y mientras que Jorge Carrera quien solamente se quedó escuchándolo con la cabeza baja, la mirada esquiva y nerviosa.
LA HISTORIA DETRÁS DE LOS ESCOMBROS QUE DEJÓ DUARTE EN SU CABALGAR POR PARRAL
La finca de la familia Botello, conocida en la actualidad como la casa de la familia Arras, quedó reducida a escombros y junto con ella la historia en donde la participación de los propietarios de esta casa dio como resultado la construcción del Barrio de Guanajuato.
De acuerdo con documentos históricos que forman parte del archivo histórico de la ciudad de Hidalgo del Parral, la finca demolida data de finales del siglo XVIII, además de que en su interior se gestó la planeación del asesinato de Francisco Villa ocurrida el 20 de julio de 1923.
El asesinato del general Villa ocurrió precisamente frente a la Plaza Juárez, cuando Francisco Villa a bordo de su vehículo tomó la calle Juárez hasta la esquina de Gabino Barreda, lugar donde fue emboscado por pistoleros dentro de los que se figuran los nombres de Jesús Salas Barraza, diputado federal de Durango y Melitón Lozoya, José Sáenz Pardo, Librado Martínez, José Guerra, entre otros personajes que se concentraron en las fincas marcadas don el número 7 y nueve de la calle Gabino Barrera, lugar donde agazapados dispararon contra el Centauro del Norte, eso no lo sabe o no lo quiso ver, Duarte Jáquez, aseguró Oscar Chávez Luna.
Rafael García, comerciante señaló que, en esta histórica casa, se reunían reconocidos empresarios, ganaderos y que guiados por Gabriel Chávez, planearon junto con Jesús Herrera, Ramiro Montoya, Eduardo Baca, Felipe Santisteban, Eduardo Ricaud, Jesús Corral y Guillermo Botello no solo planearon el asesinato del general Francisco Villa, sino que además planearon qué hacer luego de cometer el crimen.
Por Sandra Dueñes/Parral al minuto
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