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En estos tiempos en que absolutamente todo está bajo el ojo crítico de las redes sociales, resulta impensable que alguien diga algo equivocado, incluso sin querer, y no salga raspado, despedido y multi criticado por esa especie de quinto poder en que se han convertido las redes, donde no cabe el error y todo debe encajar en lo políticamente correcto. Sin embargo, cuando no existían estas redes sociales se decía y peor aún, se cantaba cada cosa que hoy sumaría muchos comentarios negativos. 

En una nota anterior se dijo que las canciones que se cantan diariamente contienen a veces situaciones que se consideran delitos, y que sin saberlo ni analizarlo, las cantan por igual jóvenes, niños y adultos. Dejando de lado el género de reggaetón, considerado por antonomasia como un atentado casi permanente contra las mujeres, aquí vamos a ver cómo no sólo en la época actual, las canciones conllevan una gran carga de machismo, a veces promovido por las mismas mujeres.

En la década de los ochenta, Lupita D'alessio cantaba "contra ellos" temas sumamente agresivos como "Qué ganas de no verte nunca más", "Lo siento mi amor", y algunas veces también "contra ellas" como en el caso de "Inocente, pobre amiga", donde ataca a "la otra" que osó enamorarse de su hombre, tal como ella lo hizo antes.

En el otro extremo estaba nada menos que la cantante Dulce, una de las más cantantes más representativas de esa música llena de lugares comunes simplones, casi siempre llorando y rogando por un hombre, como la terrible canción "Tu muñeca", de 1984, en la que la mujer se da cuenta de lo que significa para el hombre, pero no demuestra ni la mínima intención por cambiar eso.

"Haz conmigo lo que quieras, reina, esclava o mujer, pero déjame, volver, volver, contigo..." dice también Dulce en una de sus canciones más conocidas "Déjame volver contigo" contenida en su disco "Heridas" de 1082 y en la que resume su valía no sólo como mujer, sino como persona, a que un hombre esté a su lado, a pesar incluso, que ese hombre ya esté con otra mujer, a ella no le importa; aunque luego pareciera reconocer que algo hizo mal, como en el tema "Fui demasiado fácil".

Antes, la escena musical conocería también a la cantante dominicana Angela Carrasco, quien también se distinguió por esas letras rosas llenas de machismo que se perdían en un ritmo contagioso, como aquello de "Quererte a ti", donde la mujer simplemente se rinde a la certeza de que querer a ese hombre es "conjugar el verbo amar en soledad", ante lo que no le quedará más que "callar y aguantar". O aquella en la que agradece al hombre nada menos que por "haberla elegido" para darle su amor "Quiéreme". 

Y aterrizando la idea en tiempos más modernos, la década de los noventa nos dejó también "célebres" ejemplos de cómo el asunto del machismo era algo que simplemente pasaba de largo, y como ejemplo, el tema de 1992 "Mío" con el que Paulina Rubio dice no importarle que él esté con otra persona, y que sólo sería feliz si un día él la eligiera a ella. 

Casi lo mismo que cantaba la española Martha Sánchez en aquel éxito de 1992 "Desesperada", en la que a pesar de que contenía un mensaje de que había que seguir adelante con "mucha vida por vivir", su felicidad dependía de que llegara un "amor que no se marchará jamás".

En los 2000 además de cantar que "sin un hombre ni Gael García, me siento tan vacía" como Natalia Lafourcade, las cantantes en español de plano no saben cómo vivir sin un hombre, como lo cantó por todos lados Thalía con "No me enseñaste", o disfrutan convertirse en "la otra" como María José en "Prefiero ser su amante" y Natalia Jiménez en "Por ser tu mujer".

Mención aparte merece la conocida cantante Paquita la del Barrio, con esos temas llenos de violencia, de mentadas y "verdades" acerca de los hombres, que en sus conciertos siempre son alabadas por las mujeres, pero que si fuera un hombre quien las dedicara a ellas, no resultaría tan divertido cantar "Me saludas a la tuya", "Taco placero", "Tres veces te engañé",  o la más conocida "Rata de dos patas".

Y ¿ellos qué cantan? Los cantantes también han regalado verdaderas joyas de machismo puro, en temas pegajosos y a veces hasta románticos, que logran que el verdadero mensaje quede oculto, como el caso del puertorriqueño Ricky Martín con su tema de 1993, que además da nombre a su segundo disco "Me amarás", del que sólo basta leer algunos versos para entender su mensaje terrible "me amarás, aunque tenga que rogarte, me amarás, aunque tenga que obligarte (...) aunque tenga que raptarte, me amarás..."

De 1993 también una canción escrita por una mujer española de nombre Cecilia, y que ha sido cantada por diversos cantantes como Pablo Milanés y Julio Iglesias, y que en México fue conocida con Mi Banda el Mexicano, titulada "Ramito de violetas" en la que nos cuenta la historia de una mujer que vive un matrimonio de flojera con un hombre que es nada menos que "casi el mismo demonio" de tan mal humor que tiene, y sin embargo, ella es feliz soñando con alguien que la quiera, aunque pueda ser un extraño.

Es el género de banda precisamente en el que se han dado más ejemplos de cómo la mujer es presentada casi siempre sólo como un objeto sexual, a la que hasta debe humillársele para ser amada por ese hombre "todopoderoso" como en "Humíllate" del Grupo Pesado, o como en "Te estoy engañando con otra" de Calibre 50, que desde su título resulta un insulto, aunque no tanto como la muy pegajosa canción "Qué bueno que no fui mujer" de Los valedores de la Sierra, en la que en una especie de pesadilla con mujeres en bikini, prácticamente los hombres agradecen "qué bueno que soy hombre, porque de otra forma yo estaría en un burdel".

La bachata también es nido de frases machistas y violentas, en las que no importa lo que piense ella, mientras el hombre obtenga lo que desea, como en "Eres mía" de Romeo Santos, donde prácticamente anuncia una violación, y a ella no debe asombrarle "si una noche entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía...". Y es Romeo quien también habla sobre esa falta de respeto a la mujer, pero ¡sorpresa! él puede culpar al alcohol, como en "Propuesta indecente". incluida en el disco "Fórmula" de 2014.

Pero si hablamos de canciones "arrastradas" donde se pierde toda dignidad por el ser amado, éstas no distinguen género ni ritmo, e igual encontramos a Luis Miguel con "Miénteme" que a Laura Pausini con "Volveré junto a ti" porque "no me importa mi orgullo", o al español Alejandro Sánz quien recurre al viejo refrán "corazón que no ve no siente en su conocida "Corazón partío" de 1997.

Sin embargo, si hubiera que considerar una sola como la madre de todas las canciones denigrantes, ésa sería sin duda "Quizás si, quizás no" del cantante argentino conocido como Sabú, contenida en su disco "Fiebre de ti", de 1981, y en la que prácticamente se convierte en un tapete, a grado tal de decirle "no tengo dignidad ni tengo orgullo porque te amo mucho más que eso (...) olvidaré, no te he visto con él si lo juras tú...".

De tal suerte, no todas las canciones son para bailarse, menos para repetirse sin cesar sin saber exactamente qué estamos diciendo, qué patrones arcaicos estamos reproduciendo en aras del entretenimiento. 

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