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“Necesitamos modelos de gente conectada a la lectura, gente que con todo su cuerpo irradie el placer de leer, porque este placer sí es verdadero, la lectura es un chocolate verbal, y cuando los niños captan eso se dan cuenta de que están frente a algo delicioso”, afirmó el escritor y apasionado de la letras Emilio Lome en su reciente visita a Chihuahua para su participación en la conferencia Lectura y diversidad cultural.

Con una gran elocuencia, combinando su plática con cuentos, improvisando poesía y mezclando la realidad con la imaginación, fue como Emilio Lome cautivó la atención de los presentes, la mayoría de ellos maestros, al hablar sobre el placer que provoca leer y la inmensidad de posibilidades de desarrollar la complejidad del cerebro al practicar la lectoescritura.

Invitado por Editorial Planeta, el escritor, narrador e investigador nacido en Iguala Guerrero y radicado actualmente en el estado de Jalisco, estuvo en la ciudad de Chihuahua para hablar sobre su libro Itacate de cuentos mexicanos, publicación que combina el arte popular mexicano con antiguas leyendas, para, a través de divertidos cuentos, rendir un homenaje a las manos que crean las reconocidas artesanías de México.

“Mi punto de partida es la palabra texto, que significa tejido. Para mí la imagen de un escritor es en femenino: una tejedora de palabras”, mencionó, indicando además que el ser humano está lleno de historias, que estas historias reflejan nuestro imaginario, y que finalmente esto es lo que construye nuestra realidad.

“Los cuentos de la violencia y de la delincuencia es un imaginario del miedo, en cambio los cuentos que nos hablan de la belleza y de la alegría es el imaginario de la esperanza. Permitámonos el placer de reír y de jugar y construir un imaginario de la esperanza”, señaló.

En cuanto al fomento de la lectura por medio de programas institucionales, opinó que cuando la lectura se vuelve un deber no funciona. “La lectura tiene que ver con la formación del ser, es decir que todas las acciones de deber ser vinculadas a la formación de lectores van a fallar, porque la lectura es construcción”.

“El tiempo que le dedicas a la lectura es subjetivo. No se puede medir un kilo de imaginación o dos litros de alegría, pero ese tiempo de conectividad con la lectura que para algunos podría ser una pérdida de tiempo, en realidad ocurre adentro, cuando las neuronas se conectan. La lectura nos hace mejores seres humanos porque nos complejiza el cerebro. No funciona medir cuántas palabras leíste o cuántos libros, sino cuánto mejoró tu relación con el mundo con tu lectura y cuánto te complejizaste como ser humano”, mencionó.

Relató que hoy en día las neurociencias confirman que los actos de placer subjetivos, como leer, redundan en la complejidad del ser humano, es decir, son actos del ser, no del deber ser, y forman mejores seres humanos. “El ser es un placer, es un chocolate”, concluyó.

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