La tragedia ha golpeado la Ciudad de México de manera desigual. El número de mujeres muertas por el terremoto casi duplica el de hombres. De los 198 fallecidos en la capital, solo 71 son varones, mientras que 127 son mujeres, según las últimas cifras que ha aportado el Gobierno de la ciudad.
Las mexicanas han sido las principales víctimas de este seísmo que en todo el país ha dejado más de 330 muertos. Son ellas las que han quedado, en mayor medida, sepultadas bajo los escombros de los 38 edificios que se han derrumbado en la capital. La hora en la que sucedió el terremoto aporta un dato clave para explicar esta disparidad de cifras. Entre los edificios colapsados había un gran número de viviendas y eran mujeres las que principalmente estaban en casa a las 13.14 del 19 de septiembre cuando la tierra tembló.
"Toda la información es preliminar y esto puede hacer cambiar las cifras, pero por el momento la combinación de la hora con la segregación de la mujer y los roles de género puede explicar la diferencia en el número de muertos. [...] De las 183 defunciones que se contabilizaron hace unos días, el 52,8% ocurrieron en casas habitacionales y esto determina en buena medida la sobremortalidad femenina", señala Patricio Solís, investigador del centro de estudios Sociológicos del Colegio de México.
Los datos sobre la discriminación que sufre la mujer en México avalan esta tesis. El 95% de las empleadas domésticas son mujeres. Y también son ellas las que más tiempo dedican al cuidado del hogar y de los otros. Del total de horas que se destinan a estas tareas, los hombres contribuyen con un 22,8%, mientras que las mujeres el restante, un 77,2%, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
Queda además descartada que la diferencia demográfica entre hombres y mujeres pueda explicar el alto número de fallecidas por el seísmo -apenas hay un 2,52% más de mujeres que de hombres en México- y también que pueda tratarse del azar, una hipótesis que excluye Solís por su baja probabilidad, según ha publicado en Twitter.
"Estaba en un séptimo piso y todavía traigo la angustia y el miedo de aquel día. Me tuvo que tranquilizar la mujer para la que trabajo. Me desesperaba no saber nada de mi hijo", cuenta Cristina Gómez, una trabajadora del hogar, que se encontraba en uno de los múltiples miniempleos que acumula cuando ocurrió el seísmo. "Estaba trabajando cuando empecé a sentir el terremoto. Quise salir pero el temblor era tan fuerte que preferí quedarme en casa, pedirle a Dios y ponerme en sus manos", señala Mercedes Mondragón, otra trabajadora doméstica.
Ama de casa o empleada del hogar parece el perfil de un gran número de víctimas del seísmo. A esta cifra -que no se puede concretar porque no hay datos oficiales sobre la ocupación de los fallecidos- hay que sumar la tragedia en una fábrica de la colonia Obrera de la Ciudad de México. La empresa donde trabajaban un gran número de mujeres se derrumbó causando una veintena de víctimas mortales y un reguero de sospechas sobre las condiciones laborales de las empleadas.
"El colapso de la fábrica, donde había muchas trabajadoras de manera ilegal, habla de la precariedad laboral que sufre la mujer en México. El caso guarda similitudes con otro del 85 en el que murieron un gran número de costureras y desató protestas por nuestra falta de derechos. 32 años después sigue habiendo mujeres en situaciones similares", señala Ximena Andión, directora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir.
El derrumbre de la empresa textil es otra de las claves que explica la enorme diferencia de cifras entre ambos géneros. A esto, Solís agrega el colapso de la escuela Rébsamen al sur de la ciudad, donde principalmente trabajaban mujeres, y también estudia la posibilidad de que un número significativo de víctimas fueran adultos mayores, un rango de edad en el que la presencia femenina es mucho más alta.
Son ellas las víctimas mayoritarias de esta tragedia y también las que han visto incrementado en mayor medida su protagonismo si se compara este terremoto con el de 1985 que devastó la capital mexicana. Entre el ejército de voluntarios civiles que han salido a las calles de la ciudad tras el seísmo, las mujeres han ocupado un lugar fundamental. Ataviadas con cascos, picos y palas han asumido un papel tradicionalmente ejercido por los hombres: la recogida de escombros y el rescate de personas.
"Es muy poderosa la imagen de la mujer recogiendo escombros. Estamos ahora más presentes en el espacio de lo público que en 1985 y hemos logrado papeles menos estereotipados. Esto habla de la evolución en los roles de género que se ha producido", añade Andión.
El País
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