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Por Aranza Cortés Karam.- En vísperas de la espantosa elección que se avecina, los mexicanos, sin importar nuestras inclinaciones políticas, estamos conscientes de que nuestras opciones para “elegir” presidente son deplorables. Y cuando pensamos que no podrían ser peor, el sexenio en puerta nos echa en cara lo contrario.

Ayer, en el circo del debate presidencial, esto se hizo un tanto más evidente de lo que ya era. Sin embargo, a diferencia de las ya conocidas y decadentes presentaciones que suelen tener nuestros 4 candidatos a la presidencia, el día de ayer destacó por su alto nivel de sexismo.

Malos, ignorantes, corruptos, rateros, agresivos, todo eso lo sabemos. Y siendo honesta, a nadie le sorprende que le digan que El Bronco o Anaya son machos, que el PRI ha sido históricamente un club de Toby opresor, y que la alianza con el PES reafirma las sospechas de las políticas conservadoras y homofóbicas de Andrés Manuel. Si fuera poco, el primer debate nos dejó claro que hablar de aborto no era prioridad para ninguno, y que en todo caso, sus discursos serían pro-vida.

Vivimos en uno de los países con mayor índice de feminicidios en el mundo, y queda claro que los apoyos visuales para denunciarse entre uno y otro candidato son más importantes que todas las mujeres que nos faltan.

Todo esto lo sabemos. Lo vivimos todos los días. Entonces, ¿Qué diferencía al debate de ayer? ¿Qué lo hace tan pero tan preocupante?

Cuando en numerosas ocasiones el machismo y la misoginia se hacen presentes, lo mínimo que se debe hacer es no dejarlos pasar por alto. Y ayer, vaya que se lucieron.

Comencemos por la atroz respuesta del candidato Meade cuando le preguntaron sobre las críticas a sus políticas “de igualdad” que han sido tachadas –porque lo son–, de asistencialistas –y por ende sexistas. A lo que él tuvo a bien utilizar su tiempo de respuesta para comenzar por felicitar a la Selección Nacional de Futbol, quienes, como cereza del pastel, acaban de estar envueltos en un escándalo tras celebrar su partida al mundial en una fiesta con escorts.

El país del candidato macho al que la igualdad se le resbala porque… futbol, y donde la fiesta de escorts de un grupo de hombres para “desestresarse” es aplaudida.

Después de esa pésima introducción, por si no fuera suficientemente grave, el candidato se dedicó a escupir lo que efectivamente son sus políticas asistencialistas. Habló de extender los turnos escolares y crear una red nacional de guarderías. Históricamente las guarderías han sido metas de la lucha feminista, así que no quiero que se mal entienda, el cuidado infantil es importantísimo y prioritario en la agenda feminista. Sin embargo, lo que a este señor se le preguntó era otra cosa. Se le habló de brechas de género (un término que habría que revisar en el caso de todos los candidatos), a lo que él respondió con políticas laborales de generar empleo, ignorando por completo… las brechas de género.

Empecemos por decirle al señor que la brecha de género no está únicamente relacionada con la maternidad, que no señor, no es nuestra culpa, por ser mamás, que se nos contrate y pague menos y peor, que también los padres forman parte de la paternidad, y podrían ser responsables del cuidado de los hijos. Segundo, que habemos muchas mujeres trabajadoras que no somos madres, y que aún así nos enfrentamos a un techo de cristal y sartas de injusticias en los terrenos laborales. Que cuando se le pregunta por brecha de género y él habla de generar empleos de lo que está hablando es… de generar empleos, y no de cómo atender una problemática social gravísima que es, precisamente, la brecha de género.

Así que, su saludo a la Selección Nacional es un importante síntoma, que no debe ser pasado por alto, de la violenta forma en la que nuestros derechos, por ejemplo, profesionales, académicos, económicos y laborales, son para él… una cuestión un tanto menos relevante que un gol.

Seguimos con la gravísima propuesta de El Bronco para “atender” la brecha de género reduciendo las jornadas laborales de las mujeres. Que alguien le explique, este hombre sigue pensando que las carreras profesionales de las mujeres son una cuestión exclusiva de necesidad. Y no sólo niega el desarrollo y el potencial profesional y personal que tenemos las mujeres en los ámbitos laborales, sino que una vez más asume que todas cumplimos un rol familiar tradicional, en fin, la sola idea es una equivocación atroz que se dispara en mil direcciones misóginas y estereotípicas.

Después, en el tema de salud, una de las preguntas del público planteó la salud sexual y reproductiva ¡de las mujeres!… Es que es indignante, asumir que quienes deben hacerse cargo de la salud sexual y reproductiva somos exclusivamente las mujeres es gravísimo, obstétrica, social, y sexualmente. Porque, seamos honestos, sabemos que no hablaban de aborto, ya sería muy sorprendente que tuvieran una postura radical y feminista en la que la mujer decide sobre su cuerpo, por ejemplo para decidir o no interrumpir un embarazo. Bueno fuera.

No, ellos, los mexicanos, los moderadores, los candidatos, se referían, pienso, al uso y la educación de anticonceptivos y métodos de protección de enfermedades de transmisión sexual. Un tema que no sólo es tabú, si no que además es abordado misóginamente. La gravedad de este pensamiento la podemos observar en los altos índices de embarazos adolescentes e infantiles, en la poca educación sexual que se imparte en las escuelas tanto públicas como privadas, y en lo tardía que es. Pasar por alto que la pregunta lleva casi abiertamente un ‘empastíllenlas y que ellas se hagan responsables’, es ignorar lo mal que estamos en materia de salud sexual y reproductiva, no se diga de equidad.

Vinculando esto con las pobres “propuestas” que se hicieron en materia de ciencia y tecnología, considero inminente y urgente el impulso de investigación médica con enfoque feminista. A nivel país atravesamos momentos críticos en materias de salud pública con respecto a temas como el cáncer de ovario, las enfermedades de transmisión sexual y el mal manejo obstétrico, factores indudablemente relacionados con el sesgo sexista de la investigación médica y científica. Porque si vamos a hablar de la salud reproductiva y sexual de las mujeres, me parece pertinente que la prioridad sean las mujeres.

Y aunque ya se mencionó anteriormente, una vez más brilló por su ausencia la discusión sobre el aborto. Y es que si no ponemos el dedo sobre este asunto, nos vamos otra vez a unas elecciones en las que la ambigüedad vela las posturas de los candidatos al respecto. Estamos hablando del derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, y en opuesto, la penalización legal por hacerlo. Tenemos que exigir el debate sobre uno de los temas que más pone en riesgo la vida de las mujeres, en el que la moral y cuestiones no estatales como la religión, han oscurecido la lucha por los derechos de las mujeres.

Por segunda ocasión se hizo mención a la mamá de El Bronco. Los candidatos han utilizado a sus madres para “validar” sus… ¿posturas feministas? Ja ja ja, como cuando Anaya dijo que a él nadie le contaba sobre igualdad porque su mamá siempre fue la primera en despertarse y la última en dormirse. ¿En qué universo esa explotación es igualdad? Menciono esto pues creo que es una postura común en el machismo mexicano: referirse a la madre mexicana como símbolo de respeto, pero eso sí, madre sacrificada y entregada a su hombre e hijos. En este debate el candidato Anaya incluso hizo referencia a ‘los padres y madres que se quitan el pan de la boca para dárselo a sus hijos’, y es que, señores, al menos yo no quiero eso. Ni paternidades tóxicas, ni hambre y sacrificio. Ya basta de una idealización que implica opresión, las mujeres no valemos por lo que nos morimos en la raya por el bien del otro.

Finalmente, podríamos seguir la lista mencionando declaraciones y posturas de nuestros candidatos presidenciales, altamente cargadas de violencia en contra de nosotras y nuestros derechos. Sin embargo, me parece importante rescatar tres puntos generales de lo que vimos ayer en el debate presidencial.

Número uno: tenemos que denunciar y exigir se detengan los planteamientos que asumen relaciones de poder desiguales, es decir, no podemos permitir que se nos plantee y trate como subalternos. Las mujeres no somos menos, ni inferiores, ni estamos por debajo. Meade mencionó al final que se nos deben dar ‘mejores oportunidades’ a lo que yo respondo que más que darnos, exigimos se respeten nuestras vidas y se cumplan nuestros derechos. Si bien en cualquier terreno de nuestra existencia, ni sus debates, ni sus campañas, ni sus gobiernos pueden ser la excepción.

Segundo: urge comprender lo que son las políticas asistencialistas, en este caso en materia de los derechos de las mujeres, pero en un país con tantas desigualdades como México, y en el que constantemente se crucifica el populismo, es necesario que hablemos sobre el asistencialismo. Tanto se critican las políticas ‘anti-pobreza’, que me extraña no se cuestionen las políticas en las que ‘darle oportunidades y cuidados a los hijos de las mujeres’ no sea un escándalo. Sugiero adentrarnos en este concepto para evaluar las “propuestas” de los candidatos con respecto a los grupos vulnerables en general.

Y tercero: Candidatos, gobernantes y ciudadanos necesitamos comprender qué son las brechas, en este caso recupero las de género y las digitales. Para poder atenderlas tenemos que saber de qué estamos hablando. Las brechas de género no son sólo oportunidades laborales, son condiciones, acosos, injusticias, oficiales y de facto, es decir estipuladas y no por la ley, tanto legales como sociales. Reducir las brechas es caminar hacia la horizontalidad, es trabajar en la coerción del tejido social, no es uno ayudando al de abajo, no es darle al que no tiene, es deconstruir y replantear las estructuras sobre las cuales nos construimos como sociedad. Y sin duda alguna, cuando escuchamos respuestas como las que ofrecieron el día de ayer los candidatos, queda mucha rabia y mucho que desear.

Lo que vimos ayer es preocupante y no debe pasarse por alto. Ni Una Menos. Ni Una Más. La lucha feminista nos ha valido el cumplimiento de nuestros derechos, y no parará hasta que eso sea una realidad en su totalidad.


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