La vida en México ha cambiado dramáticamente desde hace décadas y la vida en el campo mexicano no es la excepción, los jóvenes que hoy día viven en las áreas rurales de nuestro país son muy diferentes a sus padres y a sus abuelos, así lo explica la antropóloga Esperanza Penagos, quien ha dedicado una década de su quehacer profesional al estudio antropológico de la vida de los jóvenes en el campo.
Esta investigación que sigue enriqueciéndose, fue presentada por Penagos, en el ciclo de conferencias emprendido por antropólogos e historiadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia en Chihuahua, a la cual se ha denominado “Cafeteando, diálogos del patrimonio”.
Esperanza Penagos explicó que su investigación se divide en cuatro fases, mismas en las que ha indagado la crisis agrícola del campo mexicano y los cambios socioculturales que ha traído al medio rural; las luchas sociales que se han dado en este medio; la respuesta de los campesinos mexicanos después de los grandes cambios económicos a raíz del Tratado de Libre Comercio; y, finalmente, los nuevos rostros de la ruralidad en el noroeste de Chihuahua.
Las conclusiones de su investigación, la cual fue reconocida con mención honorífica en el Premio Arturo Warman 2012, a través de su tesis “Respuestas campesinas al modelo de desarrollo agrícola neoliberal en el noreste de Chihuahua: un análisis de dos organizaciones productivas”, es que los hijos de campesinos y ejidatarios que no han sido educados dentro de lo que ella llama el intervencionismo del estado, tienen un mayor nivel educativo que el de sus padres, con licenciaturas o carreras técnicas.
También ha encontrado que, estos jóvenes rurales buscan desempeñarse o ya lo hacen, con comercializadoras o pequeñas sociedades de producción rural, manejándose como extensionistas, dando asesorías en gestión o manejo de recursos. Ellos se dirigen, al menos en el estudio que la antropóloga realizó en el noroeste del estado, a un manejo gremial y corporativo del campo.
Los jóvenes emprenden un camino difícil, por el desaliento generalizado ya que producen en situación de exclusión social, explicó finalmente Esperanza Penagos, destacando que a pesar de todo ello los jóvenes rurales cuentan con la iniciativa de seguir estudiando.
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