Por Leo Zuckermann.- He argumentado por qué me parecen positivas las primeras señales enviadas por el nuevo gobierno de AMLO sobre la política económica y negativas las relacionadas con el combate a la corrupción. Hoy toca el tema de la inseguridad, donde las señales dejan dudas.
Me gusta, y mucho, cambiar el discurso sobre la violencia que está en su peor momento de los últimos veinte años. Desterrar la idea de la “guerra en contra del crimen” para empezar con una de “pacificación”. No creo que sea un mero asunto retórico. Implica una nueva visión del problema. Tanto Calderón como Peña fracasaron en este asunto. Si seguimos haciendo lo mismo, continuaremos teniendo los mismos malos resultados. Hay que buscar y encontrar nuevas políticas públicas que efectivamente funcionen.
En este sentido, me encanta la idea de legalizar la mariguana con fines recreativos, algo que apoya la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. Ya es hora de aceptar que la prohibición ha fracasado para resolver el consumo y adicción de las drogas. Éste no es problema policiaco, sino de educación y salud pública. Estados Unidos y Canadá ya lo están haciendo. Nos toca. En lugar que las policías se dediquen a perseguir el consumo de drogas, mejor que le den prioridad a los delitos que más agravian a la sociedad: Homicidio, secuestro y extorsión.
También es positiva la idea de legalizar la producción de amapola para medicamentos opiáceos. En el mundo hay una gran demanda por estos productos y México es un país donde se da muy bien esta planta. En Guerrero existe una gran producción que se usa para drogas ilegales que se exportan a Estados Unidos. El crimen organizado ha sido el gran beneficiario de esta situación. Es una buena propuesta que México consiga una mayor cuota de producción de amapola para opiáceos legales. Sería un gran negocio para regiones como Guerrero, donde existen municipios muy pobres hoy controlados por los delincuentes.
Otra señal buena es que el próximo Presidente tenga reuniones “todos los días con su gabinete de seguridad y justicia para revisar avances, definir estrategias, tomar decisiones ejecutivas y coordinar y alinear esfuerzos”. Eso hizo AMLO cuando fue jefe de Gobierno del DF con buenos resultados.
Todo eso está muy bien. Falta, sin embargo, la otra parte, quizá la más importante y aburrida. La solución pasa por construir instituciones dedicadas a proveer seguridad pública en toda la cadena: policías, fiscales, jueces y cárceles.
Mientras el país no le dedique más recursos a tener organizaciones con capacidad de operación, la inseguridad seguirá siendo un problema. En este sentido, es positiva la idea de sacar de nuevo la seguridad pública de Gobernación, creando una nueva secretaría dedicada a este tema.
Aunque el plan de gobierno que publicó AMLO durante la campaña reconoce la necesidad de mejorar las condiciones laborales y de vida de los policías, no veo que eso vaya a ser una prioridad en el Presupuesto de 2019. El equipo económico del nuevo Presidente está concentrado en los programas sociales y de infraestructura. Ausente está un proyecto ambicioso de darle más dinero a fortalecer policías, fiscales, jueces y cárceles. Y ya sabemos que una política pública que no se refleja en una buena partida presupuestal es pura retórica.
También en campaña, AMLO propuso analizar la creación de una Guardia Nacional y el eventual retiro del Ejército y Marina de las labores de seguridad pública. Aquí el verbo importante, es “analizar”. Tengo la impresión que, al margen de las buenas ideas arriba mencionadas, el nuevo gobierno no tiene una estrategia bien definida en materia de seguridad pública, a diferencia de la claridad que sí existe en el equipo económico. Para empezar, el secretario propuesto en este ramo, Alfonso Durazo, no es un experto en el tema. Luego se ha anunciado que se llevarán a cabo una serie de foros para armar el plan de seguridad en los próximos meses. Van a invitar hasta el papa Francisco. Cuando un gobierno organiza este tipo de consultas públicas es porque no tiene una idea clara de qué quiere hacer. En esos foros, incluso, podríamos ver la contradicción de ideas como las de la legalización de la mariguana lúdica, que apoya Sánchez, y de alguien que está absolutamente en contra: Manuel Mondragón, quien fue nombrado por AMLO como asesor en esta materia, lo cual, por cierto, enfureció a muchos morenistas a los que les disgusta la fama de “mano dura” del excomisionado de seguridad.
En suma, creo que hay voluntad de cambio y buenas ideas. Pero no hay claridad de los detalles fundamentales de cualquier estrategia de seguridad pública. Es por eso que me parece que las primeras señales de AMLO en esta materia son dudosas.
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