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"A ver, a mí me prometieron libertad y espero que se cumpla”, señala Aleida Calleja, nueva directora del IMER en entrevista con Crónica. “Está bien que entrevistemos a los legisladores, al Ejecutivo, pero nos hace falta darles espacio a los sectores que tradicionalmente no están representados o están excluidos de la agenda informativa”, agrega.

Para ella es claro que llevar esta idea adelante requiere del apoyo de sectores sociales que acompañen la gestión que va a encabezar, a efecto de garantizar que el IMER se convierta en una herramienta para que la diversidad de opiniones que hay en el país se plasme.

Inteligente, clara en sus exposiciones y enfática cuando se precisa (lo mismo en la entrevista que cuando negocia con colaboradores previo a la charla), defiende desde su nueva trinchera un proyecto de comunicación que enarbolaba desde la sociedad civil:

“Entiendo los medios de servicio público como una responsabilidad de cualquier Estado, entendido el Estado como ese acuerdo entre los distintos poderes, incluyendo a la ciudadanía”, define, y agrega que para ello es necesario crear “medios que no respondan al mercado o a los intereses gubernamentales o los intereses partidistas del momento; el Estado debe generar los espacios para que se ejerza la libertad de expresión y el derecho a la información desde una perspectiva plural y diversa. Los medios públicos deben ceñirse al interés general”. 

—¿En qué centrará su accionar al frente del IMER?

—Lo que se trata de materializar es una subdimensión de la libertad de expresión que es pluralismo y diversidad, en la medida en la que tengamos acceso a diferentes fuentes de información, perspectivas e ideas, en esa medida tengo elementos para formarme una opinión libre sobre los temas de interés general.

—¿Qué características deberá tener el IMER en esta lógica?

—Debe ser una radio abierta crítica, porque es precisamente el derecho al disenso lo que genera el pluralismo ideológico, social, político y eso es parte de la calidad democrática. Si no contamos con las suficientes fuentes de información o esas fuentes son sesgadas, la formación de mi opinión no va a ser libre. En el mundo se ha reconocido la imperiosa necesidad de contar con medios de servicio público, no medios gubernamentales.

Creo que en México tenemos un problema al confundir lo público con lo gubernamental. Lo escuchamos cuando alguien dice que su hijo va a una escuela ‘de gobierno’…  perdón, la escuela no es del gobierno, es del Estado.

—Defendió el derecho a la información en un entorno de posiciones diversas que venían desde gobierno y sociedad civil; llega a la dirección del IMER en un entorno donde hay una cierta hegemonía de una fuerza política, ¿qué tanto pesa esto?

—A ver, a mí me prometieron libertad y espero que se cumpla, y en ese sentido yo he estado platicando incluso con los reporteros y la gente que integra el sistema nacional de noticieros que tenemos que sacar cosas diversas, que está bien que entrevistemos a los legisladores, al Ejecutivo, pero nos hace falta también darle espacio a los sectores que tradicionalmente no están representados o están excluidos de la agenda informativa.

Cuando hablo de pluralismo quiero decir los diferentes sectores con sus diferentes intereses; cuando hablo de diversidad, hablo de diversidad de ideas y perspectivas; y cuando hablo de inclusión hablo de aquellos que están excluidos del debate o la agenda pública y que al final tienen el mismo efecto que la censura, que es el silencio.

Para poner un ejemplo muy simple: una protesta y el tráfico se puso muy mal… pero y qué quería ese grupo, por qué protesta, cuáles necesidades institucionalmente no han sido atendidas y qué hace que salgan a protestar para visibilizarse. Se trata de poner las múltiples voces, porque si no los temas de interés público se quedan sesgados.

La agenda informativa la marca mucho el poder, está claro: el poder económico o el político, y entonces dónde quedarían los ciudadanos.

—¿Cómo encuentra el IMER como herramienta para esta misión?

—Creo que se cerraron espacios muy importantes para la ciudadanía, para la sociedad civil organizada, que es tan diversa que va desde sectores religiosos, empresariales o campesinos o algunos especializados en ciertas temáticas. Creo que el IMER cerró espacios y hay que volverlos a abrir. Mi intención es llamar a un consejo de programación que además es cumplir la ley, que se represente a los sectores de la sociedad y se dé un diálogo y evaluaciones sobre el trabajo que desempeñamos.

—¿Algún punto clave para hacer su labor al frente del IMER?

—Vamos a necesitar el acompañamiento de la sociedad, nos va a hacer mucha falta. No tenemos mala presencia en términos de audiencia, muchas de las emisoras preferidas el escucha ni siquiera sabe que son del IMER. Pero sí necesitamos una sociedad que nos interpele, en la medida en que lo haga vamos a darnos cuenta dónde estamos fallando, dónde vamos bien. Si es necesario que nos critique que nos critique, pero necesitamos que nos interpele…

—¿En el área de noticias?

—Habrá que fortalecer el sistema nacional de noticias sin ninguna duda, queremos hacer un periodismo que ayude a combatir la desinformación. Ahora le llaman fake news, ese término no me gusta porque en realidad se trata de desinformación y ésta la hemos tenido de toda la vida. Al IMER le corresponde aportar, combatir ciertas facetas de desinformación porque al final de cuentas esto lo paga la gente, con los impuestos, y por lo tanto lo menos que podemos hacer es darle un servicio a la gente en términos no sólo recreativos o culturales sino también informativos.

Los medios comerciales tienen su propia agenda informativa, bien y de acuerdo a sus intereses que son válidos y legales, pero nosotros nos debemos regir por un proceso mucho más público. Tendremos que hacer una revisión completa a las directrices de ética, de cómo hacer el periodismo o de cómo se defenderán los derechos de las audiencias. Cómo generar directrices periodísticas que respondan a los mejores estándares de libertad de expresión y en un contexto de mucha polarización, confrontación que no nos sirve. Lo que nos sirve es abrir espacios al debate de los temas más álgidos, garantizar el derecho al disenso, confrontar ideas, generar datos de tal manera que se permita generar una opinión más informada.
La Crónica de Hoy

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