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Por Aída María Holguín Baeza.- Justo el mismo día que arrancó el ciclo escolar 2018-2019, Elba Esther Gordillo reapareció públicamente no solo para -cínicamente- declararse víctima de una persecución política, del acoso y de la injusticia, sino también para amenazar soberbiamente con recuperar lo que piensa que le pertenece; o sea, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.

Ahora, casi ocho meses después de aquella amenaza, Elba Esther confirmó (durante su participación en el Segundo Encuentro Nacional de Jóvenes de las redes de la agrupación Maestros por México) su cínico y soberbio ultimátum manifestando su intención de regresar a la dirigencia del SNTE y, según ella, ahora la motiva lo dicho por del presidente Andrés Manuel López Obrador; es decir, para “construir nuevos liderazgos surgidos del voto libre de todos y cada uno de los trabajadores de la educación”. Luego, vía Twitter, declaró que no tiene sed de venganza, pero sí de justicia y de legalidad.

Sin duda alguna, lo expresado por la exlideresa magisterial deja muy claro que su cinismo no tiene límites porque, además de que (por obvias razones) no representaría un nuevo liderazgo, eso de no ser vengativa o de apegarse a los principios de justicia y legalidad, nunca han sido características suyas (y, definitivamente, nunca lo serán).

Y aunque las elecciones para renovar la dirigencia nacional del SNTE está programada hasta el 2024, y el propósito para ese entonces es que el sufragio sea universal (o sea, que todos los maestros adscritos al SNTE puedan votar para elegir a quien los liderará), no se descarta que Elba Esther siga teniendo el malévolo y perturbador poder de manipular la voluntad muchos de los agremiados a dicho sindicato y, además, cobrar algunos favores del pasado para restablecer su dominio sobre ese sector magisterial.

El caso es que, como ya se dijo hace algunos meses en este mismo espacio de análisis y reflexión, el monstruo (entiéndase Elba Esther) que liberaron hace ocho meses no es el mismo que atraparon. Ahora, gracias a que le otorgaron el papel de víctima que ha sabido interpretar de manera magistral, el monstruo se siente con la autoridad moral no solo para condenar y criticar todo lo que ella -y solo ella- considere que no es lo adecuado para el sector educativo y Sistema Educativo Nacional, sino también para dirigir nueva y “desinteresadamente” al SNTE.

Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por el militar estadounidense, Douglas MacArthur: “Me preocupa la seguridad de nuestra gran Nación; no tanto por cualquier amenaza externa, sino por las insidiosas fuerzas que trabajan desde dentro”.

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