Para algunos de los estudiantes de la Facultad de Ciencias Químicas, la estatua del alquimista, ubicada dentro de su mismo edificio, representa un símbolo de esperanza para lograr sus metas como profesionistas, mientras que para otros suele ser una broma; pero la realidad es que fue construida para marcar la identidad de los estudiosos en esta materia.
El 1 de diciembre del 2011, en aquel entonces la dirección de la FCQ a cargo del Mtro. Ramón Urbina Valenzuela, decidió construir e instalar la estatua para marcar la identidad de la propia facultad y aprovechando por celebrarse el año internacional de la química.
Hoy la comunidad universitaria la frecuentan para enviar mensajes escritos, pidiendo favores personales al alquimista, entre los cuales se pudieran mencionar: el pase de exámenes, semestre u otros.
De acuerdo al significado de la alquimia, es una creencia esotérica que está vinculada a la transmutación de la materia. Las prácticas y experiencias de la alquimia fueron clave en el desarrollo original de la química, mientras los alquimistas buscaban la piedra filosofal para transformar cualquier metal en oro.
La alquimia es considerada como una proto-ciencia o una disciplina filosófica que incluye nociones de la química, la física, la astrología, la metalurgia, el espiritualismo y el arte. Las escuelas de alquimia fueron muy populares durante unos 2.500 años, en regiones como la Mesopotamia, el Antiguo Egipto, China, India, la Antigua Grecia y el Imperio Romano.
Durante cientos de años, los alquimistas trabajaron arduamente en sus laboratorios para producir una sustancia mítica conocida como la piedra filosofal. Se decía que el material supuestamente denso, ceroso y rojo, permitía el proceso que se ha convertido en sinónimo de alquimia crisopeya: la metamorfosis o transmutación de metales básicos como el plomo en oro.
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