Por Aída María Holguín Baeza.- Según el Diccionario de la lengua española, “plagio” es la acción y efecto de plagiar, y “plagiar” es copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Se trata pues de una infracción que, en el ámbito académico, se sitúa dentro de las conductas deshonestas o fraudulentas que, por obvias razones, deben ser causales de algún tipo de sanción.
De ahí que las instituciones que se precian de honorables y de reconocida solvencia moral cuenten con códigos de ética y buenas prácticas mediante los cuales inculcan, fomentan y exigen a sus miembros el comportamiento apropiado para la prevención, detección y combate del plagio, de lo contrario aplican las sanciones previstas correspondientes. Y es que, como bien lo señalan María Eugenia De la Chaussée y Ricardo Cházari de La Chaussée, el plagio, sea intencional o no, es una falta académica que va en detrimento del desarrollo integral (intelectual y moral) de las personas y de la generación de conocimiento.
El detalle es que, en el contexto de la educación superior, el plagio “no intencional” no debe existir porque dicho nivel académico-educativo supone que los involucrados cuentan el nivel de competencias, habilidades, conocimientos, aptitudes y actitudes necesarias para evitar incurrir en el plagio de forma inconsciente. Y he ahí el meollo del asunto del presunto, pero evidente, caso de plagio en el que está involucrada la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, Yasmín Esquivel Mossa, el cual, con justa y sobrada razón, frenó y acabó con sus aspiraciones de presidir el Poder Judicial y de ser la primera mujer en hacerlo.
Así es. Aunque la ministra Esquivel y sus compas de Morena y la 4T hicieron de todo para minimizar, desestimar o negar la acusación de plagio (de tesis con la que Esquivel Mossa obtuvo su título de licenciatura en la UNAM) para poder seguir “montados” en la contienda por la presidencia de la SCJN, la gravedad del caso de deshonestidad académica (constatado por la UNAM) en el que, sin duda alguna, está involucrada la ministra Esquivel ameritaba que pasara lo que pasó; es decir, que el pleno de la SCJN, en pleno uso de sus facultades, atribuciones y obligaciones, no la haya elegido para encabezar el máximo tribunal del país.
El asunto es que, aunque lo niegue o lo refiera de forma distinta, la ministra Esquivel está involucrada en un caso de plagio de sumo interés público y académico que, como tal, debe ser tratado, juzgado y sancionado.
A modo de sumario, concluyo citando lo dicho por el investigador del IISUE-UNAM, Héctor Vera: Indagar el plagio de los servidores públicos en sus tesis (aunque las hayan escrito décadas atrás) es un asunto de interés público y académico. Descubrir que un político plagió no es un asunto secundario porque los títulos universitarios les sirven a esos individuos para justificarse como personas dignas y capaces de ostentar cargos públicos […] Cuando los plagiarios obtienen beneficios en la forma de prestigio, posición o dinero están rompiendo las reglas del juego y deben, en consecuencia, ser excluidos del juego.
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