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Por Aída María Holguín Baeza.- En 1991, en respuesta a la creciente amenaza para la salud que representa la diabetes, la Organización Mundial de la Salud, OMS, y la Federación Internacional de la Diabetes crearon el Día Mundial de la Diabetes (DMD).

Quince años después, reconociendo -entre otras cosas- la necesidad de llevar a cabo actividades para la prevención y el control de la diabetes mellitus, el DMD se convirtió en un día oficial de las Naciones Unidas y, desde entonces, cada 14 de noviembre (día del natalicio de Frederick Banting, descubridor de la insulina), se conmemora este día.

Tres décadas han pasado pues desde que la diabetes se convirtió en un motivo de preocupación mundial, y las acciones siguen siendo insuficientes para contener esta enfermedad.

Según la OMS, la diabetes es una epidemia global que afecta -al menos- a 420 millones de personas, calculando que la cifra aumente a 578 millones para 2030 y a 700 millones para 2045. Y en el caso de las Américas, según los datos más recientes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), existen al menos 62 millones de personas diabéticas, cifra que seguramente es mucho más elevada dado que alrededor del 40% de los que padecen la enfermedad no son conscientes de ello.

Ya en el caso específico de México, según el informe “Panorama de la Salud 2023” presentado en días pasados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), de los 38 países que la componen, México es el que tiene mayor número de casos de diabetes: el 16.9 por ciento de la población adulta en México padece diabetes, que es la segunda causa de muerte en el país según datos del  Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.

Bien lo dijo Mary Tyler Moore: La diabetes es una bomba de tiempo demasiado personal que puede estallar hoy, mañana, el año que viene o dentro de diez años; una bomba de tiempo que afecta a millones.

El caso es que, considerando los datos ya citados, y a propósito del Día Mundial de la Diabetes, lo que procede es unirnos a la campaña mundial para crear conciencia sobre esta enfermedad y, así, contribuir a ampliar o fortalecer las acciones de vigilancia, prevención y control de la diabetes y sus complicaciones.

Y es que, como bien lo advierte la OPS, detener el aumento de la diabetes es posible, pero para que eso suceda se necesita de todos los sectores y de todas las personas (diabéticas o no).

Sirva pues el Día Mundial de la Diabetes -tal como lo expresa la OMS- como una oportunidad para tomar y crear conciencia sobre el impacto de la diabetes en la salud de las personas y, por ende, sobre la diabetes como problema de salud pública mundial y las medidas que pueden tomarse, colectiva e individualmente, para mejorar su prevención, su diagnóstico y su tratamiento.

A modo de reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho por el político y abogado estadounidense, actual gobernador de Luisiana, John Bel Edwards: La diabetes es una enfermedad grave que afecta las vidas de muchos de nuestros familiares, amigos y comunidades y debemos hacer todo lo posible para crear conciencia sobre esta enfermedad.

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