Por Aída María Holguín Baeza.- El escritor estadounidense especializado en desarrollo infantil y la mente humana Joseph Chilton Pearce decía -y decía bien- que el juego es la única forma en que puede desarrollarse la inteligencia más elevada de la humanidad.
Tan acertada fue la visión Pearce que, en reconocimiento al papel que desempeña el juego en el desarrollo humano, la ONU proclamó un Día Internacional para destacar la importancia de preservar, promover y dar prioridad al juego.
Así es. Resulta y resalta que, a partir de este 2024, cada 11 de junio se celebrará el Día Internacional del Juego (DIJ) con el fin de concienciar sobre el papel del juego en el desarrollo del ser humano; es decir, para reconocer y valorar el papel que desempeña el juego en el desarrollo de competencias para la vida esenciales y transferibles de carácter físico, social, cognitivo, comunicativo y emocional a todas las edades.
Claro que, como era de esperarse, la resolución de la Asamblea General de la ONU que proclama el DIJ se centra en la importancia de promover y garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a las actividades lúdicas, dado que éstas son fundamentales para el desarrollo de las habilidades cognitivas, físicas, creativas, sociales y emocionales que necesitan para prosperar en un mundo en constante cambio (“Los mayores logros de un niño son posibles en el juego, logros que mañana se convertirán en su nivel básico de acción real”, diría Lev Vygotsky).
Así, es en ese y con ese contexto, lo dicho por Ernst Neufert adquiere mayor significancia en el sentido de que las experiencias lúdicas son, sin duda alguna, un complemento fundamental para el desarrollo de la personalidad de los niños y de los jóvenes; es decir, porque la adaptación a su entorno se realiza sobre todo a través del juego.
Queda claro pues que, con la proclamación y celebración del Día Internacional del Juego, las cosas del juego se deben tomar muy en serio y no como una cosa de mera recreación; o sea, como una actividad imprescindible para estimular la resiliencia, la creatividad y la innovación de las personas, facilitando así la inclusión social, la prevención de conflictos y la consolidación de la paz. Y es que, sin duda alguna, tal como lo precisa la ONU, más allá de la mera recreación, el juego es un lenguaje universal que hablan personas de todas las edades y que trasciende fronteras nacionales, culturales y socioeconómicas.
El caso es que, con las cosas del juego no hay que “jugar” porque de ello depende, en gran medida, el desarrollo sostenible de las sociedades y del planeta. Y por eso, dice la ONU, el Día Internacional también es un llamamiento a las políticas, la formación y la financiación para integrar el juego en la educación y los entornos comunitarios en todo el mundo.
A modo de reflexión sumativa, finalizo citando lo dicho alguna vez por el pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés, Donald Woods Winnicott: Es en el juego y sólo en el juego que el niño o el adulto como individuos son capaces de ser creativos y de usar el total de su personalidad, y sólo al ser creativo el individuo se descubre a sí mismo.
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