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Chihuahua, Chih. – ¿Qué pensarán personajes como Francisco Hinojosa, quien se ha presentado en ferias del libro de diversos estados y países, al presentarse en una sumamente triste, desangelada y poco FELICH (Feria del libro de Chihuahua)? 

El escritor de “La peor señora del mundo” estuvo en Chihuahua en la jornada inaugural, el domingo 3 de noviembre a la que por cierto no asistió la gobernadora del Estado, para la presentación de su libro “Mexican Chicago”, con el que ha estado ya en otras ferias del libro, y que fue programado en uno de los curiosos espacios para las presentaciones editoriales dentro de Expo Chihuahua, y que no cumplen con lo mínimo para ello.

Son espacios mínimos dentro de un espacio grande que se antoja olvidado por la desidia de aventar un programa sin pies ni cabeza, en un gran espacio que hay que llenar con las pocas casas editoriales que siguen aceptando asistir a la Felich. Algunas más, como la librería Kosmos, por ejemplo, han decidido ya mejor no participar ante el alto costo para hacerlo y las pocas ganancias.

Ni en tiempos de Javier Corral se vio tanto desgano en la que se ha considerado una de las ferias más importantes de la entidad, y que ahora solo consideró dos auditorios, uno más pequeño que el otro, y una sala, antes mágica y acogedora, de nombre Wikáarame, en los que se escucha más el sonido de los otros espacios que las propias actividades que ahí se realizan.

Ni en la Feria del Zócalo se vicia tanto el audio como para estar en una presentación y escuchar los aplausos de otra, y es que, en la capital del país, al menos hacen una especie de casita con lonas y armazones para que al menos quienes asisten, puedan escuchar bien.

Una de las grandes atracciones era justamente la colección Wikáarame, una antología poética de tamaño mini y gran diseño, que en otras ediciones de la feria se entregaba a cada participante, a cada asistente, para al menos tener algo seguro que llevarse a casa, ante los altos costos de los libros, que, de manera casi general, se ofrecen en los pocos stands; y que ahora no se imprimió, según dicen los que saben, porque no hubo dinero para papel, para no creerse de verdad.

Comparada con otras ferias, más vistosas, con más ofertas, con espacios bien pensados, con atractivos varios, al menos este año la FELICH parece no dejar ídem a las personas visitantes, que salen algunas con la sensación de que no hay feria del libro, casi como cuando hubo Festival Internacional Chihuahua y no parecía. 


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