Ciudad de México.- En la era de la cocina consciente, el aceite de aguacate se posiciona como uno de los ingredientes favoritos tanto de chefs como de consumidores. Este 2025, su presencia en supermercados, restaurantes de autor y recetarios caseros ha dejado de ser una moda para convertirse en un estándar de calidad, salud y sabor. ¿Pero qué hay detrás del auge de este “oro verde líquido”?, ¿es realmente tan bueno como parece?
Mucho más que una grasa vegetal
El principal atractivo del aceite de aguacate es su perfil nutricional. Al ser rico en grasas monoinsaturadas —especialmente ácido oleico— ayuda a reducir el colesterol LDL ("malo") y aumentar el HDL ("bueno"), lo que favorece la salud cardiovascular. También contiene vitamina E y luteína, antioxidantes que apoyan la salud ocular y combaten el estrés oxidativo.
"El aceite de aguacate es una alternativa saludable al aceite de oliva, especialmente cuando se cocina a altas temperaturas, ya que su punto de humo es más elevado", explica la nutricionista Mariela Gutiérrez, consultora de alimentación funcional en Ciudad de México.
Este punto de humo alto (aproximadamente 250 °C) lo hace ideal para freír, hornear y asar sin perder sus propiedades, a diferencia de otros aceites vegetales que se degradan más rápido.
Un mercado que florece y factura
México no solo lidera la producción de aguacates, también comienza a consolidarse como potencia en el segmento del aceite derivado. De acuerdo con la firma IMARC Group, el mercado mexicano de aceite de aguacate alcanzará un valor estimado de 52.3 millones de dólares para 2033, con un crecimiento anual compuesto del 5.2% entre 2025 y ese año.
Detrás de este crecimiento hay un cambio de hábitos de consumo: el aceite de aguacate se percibe como una opción "más limpia", "más local" y "más saludable" frente a otras grasas de origen animal o vegetal. Además, el auge de la cocina basada en plantas lo ha colocado como una grasa gourmet en recetarios veganos y vegetarianos.
El futuro verde del sabor
El aceite de aguacate ha dejado de ser un ingrediente exótico para convertirse en un básico de la cocina contemporánea mexicana. Con beneficios respaldados por la ciencia y usos que van de la cocina profesional a la doméstica, su auge parece tener raíces profundas.
Eso sí: como ocurre con todos los productos en tendencia, el reto está en informarse, elegir con criterio y no dejarse seducir únicamente por etiquetas llamativas. Porque el verdadero valor del aceite de aguacate no está solo en su color o en su precio… sino en su origen, su proceso y, claro, en su sabor.
Uno de los factores clave en su ascenso ha sido su adaptabilidad. Su sabor neutro pero untuoso lo convierte en una base ideal para aderezos, salsas, marinados o incluso como topping directo en platos como ceviches, carpaccios o ensaladas.
Chefs de talla internacional han señalado que lo utilizan para sellar atún fresco, preparar emulsiones sin huevo y hasta en repostería. Señalan que tiene esa textura elegante del aceite de oliva, pero sin robar protagonismo a los ingredientes. Es como el aguacate en sí: acompaña y realza.
El lado B: mitos y desinformación
No todo lo que brilla en el mercado del aceite de aguacate es tan puro como parece. Un estudio de la Universidad de California detectó que hasta el 82% de los aceites de aguacate comercializados en Estados Unidos estaban rancios o adulterados con otros aceites vegetales, como el de soya o canola.
Aunque México es el principal productor mundial de aguacate, no escapa de esta problemática. Hay que leer etiquetas y buscar sellos de calidad. No es lo mismo un aceite prensado en frío y sin refinar, que uno industrializado sin trazabilidad.
El Economista
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